El grupo La bande à Fifi es algo así como los Monty Python franceses, aunque bastante menos transgresores, mucho menos provocativos que los memorables cómicos británicos. Pero su trayectoria tiene cierto parecido con la de los Python: comenzaron en televisión, con shows alocados y divertidos, y su paso al cine fue natural, empezando con París a toda costa (2013), de Reem Kherici, una de las integrantes de la troupe, donde Philippe Lacheau ya era coguionista y actor, para dar la campanada con Se nos fue de las manos (2014), en la que Lacheau ya actuaba como líder absoluto del grupo: director, guionista, protagonista. Su éxito en taquilla propició una secuela, Se nos fue de las manos 2 (2015), y ahora esta Alibi.com, agencia de engaños, que parte de la premisa de una empresa cuyo objeto es dar coartada a cónyuges infieles para que puedan echar su canita al aire sin tener problemas posteriores (“vivir sus deseos y ser discretos”, es su rijoso lema), aunque también los motivos pueden ser menos eróticos: ir a ver el partido del equipo de tus amores o pasar un fin de semana en Las Vegas jugando hasta al parchís, si se tercia, entre otras menudencias.
El humor de Lachance y su grupo de cómicos no se puede decir que sea exquisito. En diálogos es bastante pedestre, las situaciones de enredo (pues de una comedia de enredo es de lo que estamos hablando) son más que previsibles, con lo que se pierde el humor que pudiera esperarse de situaciones inesperadas y, curiosamente, cuando mejor funciona es cuando los guionistas y el director tiran de “slapstick”, del viejo humor físico, de porrazo y tentetieso: no se puede decir entonces que sean precisamente unos cómicos vanguardistas…
Como se ve, la similitud con los Python es más bien superficial: nada hay en esta Banda de Fifi (ése es el apodo de Philippe Lacheau) equiparable al humor “destroyer” de los autores de pelis como La vida de Brian. En este Alibi.com desde luego que no; curiosamente, a pesar del planteamiento inicial, que pareciera jugar con el morbo de las excusas para adúlteros, finalmente la película será, como era de esperar, bastante conservadora, incluida una moraleja moderadamente tradicional.
Lacheau como director es aséptico, impersonal, sin estilo, quizá como cabía esperar de alguien que ha llegado a la realización por una vía un tanto peculiar, la del cómico que quiere controlar, también, sus gags. Claro que así llegó Chaplin, pero cualquier parecido con este Philippe es mera coincidencia. Entre los intérpretes nos quedamos en todo caso con la encantadora Élodie Fontan, a la que es evidente que la cámara adora. Eso sí, entre los secundarios figura ese lujo de mujer que es Nathalie Baye, la inolvidable actriz de Truffaut, Pialat, Godard, Tavernier, Chabrol: ni que decir tiene que cuando aparece en pantalla todos los demás se oscurecen…
88'