Pelicula:

La carrera de Leos Carax (nacido como Alex Christophe Dupont en Suresnes, en 1960) es ciertamente más que atípica. Se inició en el cine en los años ochenta con un corto, Strangulation Blues (1980), que llamó poderosamente la atención por su iconoclastia y su esquinado sentido lírico, y su primer largo, Chico conoce chica (1984), confirmó las expectativas de un espíritu poético pero ciertamente rarísimo. Las dos últimas décadas del siglo XX conocieron otras tres pelis suyas, Mala sangre (1986), Los amantes del Pont-Neuf (1991) y Pola X (1999), transidas de un romanticismo exacerbado y un llamativo gusto por las puestas en escena desmadradas, con un tono que a veces parecía que estaban hechas “contra el espectador”, con un inusual tono provocador. La primera década del siglo XXI se le queda en blanco, salvo algunos vídeos musicales, entre ellos varios a la mayor gloria de Carla Bruni, que años más tarde sería Primera Dama en el Elíseo. En la segunda década del siglo XXI su única película de largometraje sería la atípica, desconcertante, exhibicionista Holy Motors (2012), que provocaría más de un cabreo entre crítica y público.

Ahora, casi una década más tarde (no se puede decir que Carax sea un estajanovista del cine: lo suyo es la inspiración; también las dificultades de financiación, claro, que en su caso, en su cine, es otro obstáculo complicado...), el cineasta de Suresnes (¿de qué nos suena esta ciudad a los españoles? Pregunta solo para gente de cierta edad y que tuvieran cierta concienciación política allá por los años setenta...) nos presenta su nueva película, esta ciertamente extrañísima Annette, un musical cuando nadie hace musicales (bueno, sí, los que son traslación de éxitos de Broadway, lo que no es el caso), con guion de Ron y Russell Mael, los componentes del afamado grupo musical Sparks, en su primera experiencia guionística al margen de sus vídeoclips; los Sparks, además, se encargan muy apropiadamente de la banda sonora.

La acción se desarrolla en nuestros días, en Los Ángeles. Conoceremos a Henry McHenry, monologuista de éxito, con un tipo de humor extraño, provocador, con frecuencia incluso insultante hacia el público, que sin embargo lo ha encumbrado como uno de los grandes en su especialidad; y a Ann Defrasnoux, exquisita soprano, en la cima de su carrera. Pronto nos enteramos de que ambos viven una apasionada historia de amor, seguida con fruición por la prensa rosa. Sin embargo, cuando de esa relación nace la pequeña Annette, todo empieza a torcerse: Henry, que ya le daba demasiado al whisky, empieza a dar síntomas de estar alcoholizado, con repentinos accesos de ira. La pareja decide embarcarse en un crucero con su bebé, para intentar recomponer la relación. Pero en el barco, azotado por una inmisericorde tormenta, se desarrollará una terrible tragedia...

Lo cierto es que Annette es difícil de clasificar: es un musical, sí, pero la mar de raro, como si la música, en realidad, no fuera lo importante; es un melodrama, también, con reminiscencias de la historia de Ha nacido una estrella, con la fulgurante ascensión de uno de los amantes y la paralela caída del otro; es una fantasía, como demuestra el hecho de que la pequeña Annette sea una especie de prima de Pinocho (pero sin su napia) y de Chucky (sin su mala leche); es también una especie de thriller, en el que hay homicidios y asesinatos que han de ser desvelados; es, claro está, también un cuento de hadas, casi un cuento cruel para adultos donde la sustancia feérica la aportará la pequeña Annette, de prodigiosos talentos, quizá aparejados a su esencia material, aunque ya veremos que esa esencia puede metamorfosearse; también se puede decir que es un drama que denuncia la explotación infantil; ya puestos, incluso se podría considerar una ópera rock, pues tiene todos los avíos para ello, aunque una ópera rock atravesada, un poco a la manera de El fantasma del Paraíso (1974), de Brian de Palma.

Pero lo cierto es que, en su conjunto, Annette es una película tan extraña como en general fascinante: barroquísima, casi rococó, tiene una puesta en escena que recuerda por momentos algunas de las escenografías más delirantes de Fellini; tiene, es cierto, un problema de ritmo narrativo, en especial en su primera hora, y en concreto en toda la secuencia del barco, reiterativa y monótona, que lastra innecesariamente la película, a la que (de nuevo, como en casi todo el cine moderno) le sobran minutos, quizá incluso un cuarto de hora.

El resultado, no obstante, es brillante, lleno de fulgor aunque lamentablemente irregular, apreciándose la catarata creativa musical de los Sparks y visual de Carax, en una historia que tal vez renquea también por el tono dado al personaje de Adam Driver, una hierática esfinge que parece escupir cada vez que habla, sobre todo a su inicialmente entregado (después ya no tanto) público, en un tono quizá inspirado por la desinhibición de un Lenny Bruce o las “performances” de un Andy Kaufman.

Con hermosas canciones y algunas escenas realmente curiosas (la de los protagonistas cantando mientras él le practica un cunilinguo a ella, por ejemplo...), Annette termina siendo una película ciertamente apreciable, que a nuestro entender podría haber sido mejor a poco que Carax, que es un hombre que ya ha demostrado que carece del sentido de la medida, hubiera entendido que incluso el barroquismo debe tener su extensión, y no más, para no cansar sin necesidad al espectador.

Driver, como queda dicho, actúa con el careto pétreo, sin duda por indicación del director; no tenemos duda de la implicación del talentoso Adam, porque además coproduce la película; Marion Cotillard, como siempre tan segura y sensible, es quizá de lo mejor de la peli, aunque está relativamente poco tiempo en pantalla; el tercero en discordia, Simon Helberg, el inolvidable Howard Wollowitz de The Big Bang Theory, está muy bien en su personaje, el hombre secretamente enamorado de la bella de la que es solo su acompañante musical en los conciertos, aunque aspiraba a ser algo más, mucho más...

Uno de los primeros números musicales, que además se convierte en “leit motiv” de algunos de los sucesos de la película, repite en su estribillo “Nos amamos tanto los dos”, un mantra de exacerbado romanticismo que, finalmente, dará al traste con la relación, con la vida de uno de ellos, con la ruina artística y vital del otro.

(03-09-2021)


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141'

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Annette - by , Sep 03, 2021
3 / 5 stars
Nos amamos tanto los dos