Santi Amodeo, en compañía de Alberto Rodríguez, se dio a conocer hace unos años con la sorprendentemente fresca, divertida e imaginativa “El factor Pilgrim” (ver crítica en CRITICALIA); después, ya en solitario, hizo “Astronautas”, que ya dejó entrever su interés por los personajes raros, atravesados, fuera de lo que habitualmente vemos a nuestro alrededor. Ahora, con “Cabeza de perro”, parece confirmar esa tendencia, con la historia de este chico que estrena recién (como dirían los argentinos) la mayoría de edad, pero afectado por una rara enfermedad que le hace ser muy inestable mentalmente cuando es sometido a cualquier tipo de presión psicológica, momentos en los que pierde, literalmente, la noción de sí mismo, despertando después de su sopor sin tener conciencia alguna de sus actos.
Este chico cuidado entre algodones por su familia de clase media-alta atisba la salida de su cárcel de oro cuando viaja a la Costa del Sol a visitar a un pariente lejano, un tarambana que, involuntariamente, le facilitará la salida de su mundo cerrado, pero también los peligros del mundo abierto. Conoce a una chica, que le repudiará por lo que parece fue un intento de violación cuando cae en uno de sus trances, y después se coloca como cuidador de viejos, lo que le provocará otros graves problemas.
Lo curioso de este “Cabeza de perro” (extraño título donde los haya: el cine español sigue con su táctica suicida de poner títulos que no invitan precisamente al espectador a su visionado) es que el tema, tal cual se cuenta, tiene muchas posibilidades: estamos ante un chico con un grave problema mental que reacciona de forma inesperada a la presión. Sin embargo, Amodeo no parece tener mucha idea de qué hacer con esa interesante idea, y se limita a cubrir los noventa minutos de rigor con situaciones varias: la funcionaria de la Seguridad Social es retratada, más que improbablemente, como un putón verbenero (¿es normal que las mujeres cuarentonas que viven solas estén totalmente desnudas en su casa viendo la tele?). La chica de sus sueños vuelve a casa con sus padres cuando cree haber sido atacada sexualmente por el protagonista, y la representación de Amodeo de su universo familiar es, literalmente, el de una comedia de situación de la tele, tipo “Medico de familia” o “Ana y los siete”. Porque (y esa es otra, que merecerá alguna vez uno de nuestros Artículos de Fondo) el cine español desprecia, una y otra vez, a la clase media, ésa que, con sus impuestos y asistiendo a sus películas, permite que los directores hispanos sigan menospreciándola, en una relación que no puede calificarse más que como sadomasoquista.
Volviendo a “Cabeza de perro”, ya en plan telegráfico: buen tema, mal tratamiento; apuntes interesantes (esos toques tecnológicos, con los cuerpos y cerebros radiografiados), viejos tics (esa anticinematográfica voz en off que actúa como narrador); final entre onírico y surrealista, salida airosa al “cul-de-sac” al que se veía abocada la historia, superior a la poca chicha de un filme que no termina de convencer, y en el que Juan José Ballesta confirma su escasa ductilidad como actor, aunque también su notable presencia cinematográfica. Eso sí, esta vez, por lo menos, no interpreta a sus habituales personajes marginales: ya era hora…
Cabeza de perro -
by Enrique Colmena,
Oct 10, 2006
2 /
5 stars
Tema desaprovechado
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