Soy de la opinión (y creo que somos legión...) que en las supuestas proezas amatorias de Giacomo Casanova hay un 99% de fantasía y, con un poco de suerte, un 1% de realidad; incluso con ese porcentaje, de las diez mil mujeres con las que presuntamente se acostó el veneciano a lo largo de su vida, habrían sido cien las que pasaron por el tálamo con él, cifra a todas luces todavía muy elevada para una época en la que la lujuria se tomaba en sorbos pequeños... Así las cosas, "il signore" Casanova habría sido un excelente vendedor de su mercancía (ejem...), aunque sus hechos fueran mucho más menguados que cuanto proclamaba.
Vaya esto por delante porque esta nueva versión sobre la vida del arquetipo del amador humano por excelencia (con permiso de nuestro Don Juan) vuelve de nuevo con el mito de las diez mil pasadas por la piedra, aunque un quiebro del guión hace que haya cierta impostura en el personaje de Casanova, que no desvelaremos.
Lasse Hallström es un director acostumbrado a un cine de contenida y bienintencionada extravagancia (Mi vida como un perro, Las normas de la casa de la sidra, Chocolat), pero Casanova no le facilita las cosas: el enredo es más bien aburrido, y la historia se va desarrollando con desgana, por mucho que se le quiera infundir una cierta "joie de vivre" que no funciona casi nunca.
Los protagonistas no ayudan gran cosa: en el caso de Heath Ledger, no deja de ser gracioso que en estas mismas fechas el protagonista de ese gran amador de mujeres que supuestamente fue Casanova haga de cowboy "gay" en Brokeback Mountain... En cuanto a Sienna Miller, es mona, eso sí...
Mucho mejor están los secundarios, con un Jeremy Irons hecho un brazo de mar como inquisidor, inquietante pero a la vez gracioso en su aspecto de arzobispo petimetre; o un Oliver Platt que está, literalmente, inmenso, como comerciante de grasa de cerdo, en la que aparece rebozado sin rebozo alguno (perdón por el juego de palabras: no he podido resistirme).
En definitiva, hora y media larga y manifiestamente olvidable, si no fuera por algunas imágenes creativas a fuer de grotescas; sí, la ambientación en la Venecia del "ottocento" es buena pero, ¿supone eso, a estas alturas, mérito alguno? Decididamente, no...
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