Tras el fiasco de La mirada del otro, un film que no encajaba en absoluto en las obsesiones e intereses de Vicente Aranda, el cineasta barcelonés vuelve por sus fueros con esta extraña historia de amor triangular en la que uno de sus vértices permanece fuera de imagen, hasta, literalmente, el último plano.
Estos celos retrospectivos dan lugar a un devastador descenso a los infiernos de una pareja, ella obrera, él camionero, cuando entre ambos aparece el fantasma de una anterior relación de la mujer. Este descenso al infierno de los celos supone, sucesiva y simultáneamente, un lacerante hurgamiento de Aranda y su habitual guionista Álvaro del Amo en los momentos más íntimos y personales de un hombre y una mujer, de sus verdades y mentiras, de sus buenos momentos y sus falacias, de las mutuas ficciones inevitables para mantener el tipo un día tras otro, un año tras otro. También, desde luego, para ahondar en ese síntoma de amor, pero también de desquiciamiento, que son los celos sobre el ser amado, llevados aquí hasta el paroxismo enfermizo, con un último giro de guión que da vía libre a una bellísima y estremecedora escena final, resuelta por Aranda con la inteligencia y el potente estilo visual que en él son marca de fábrica.
Celos no es, desde luego, la obra maestra que fue Amantes (1991), la cumbre del cine arandiano, ni tampoco tiene la altura sobrenatural y magnética de otros de sus empeños mayores, como Intruso (1993) o Fanny "Pelopaja" (1984), pero resulta ser, como el mejor cine de Aranda, una película con carga de profundidad que deja un poso, un regusto amargo y a la vez de gozoso disfrute de una historia que, en la mejor tradición de su director, está hecha sólo "con actores y paredes".
(14-10-2003)
110'