Cenicienta

No es la primera versión, ni será la última, que se lleva a la pantalla el famoso cuento de Charles Perrault La Cenicienta, pero la más famosa y conocida de todas es la de Walt Disney en dibujos animados de 1950 y tras ella la que se hizo con actores, La zapatilla de cristal (1955), de Charles Walters, con Leslie Caron y Michael Wilding, entre otras.

Kenneth Branagh, el director inglés al que siempre asociamos como adaptador de obras de William Shakespeare -- Enrique V (1989), Mucho ruido y pocas nueces (1993), Hamlet (1996)--, un día se atrevió con los superhéroes con Thor (2011) y cosechó malas críticas, a pesar de su gran recaudación, y ahora lo hace con un cuento infantil al estilo de Disney.

Ella, que así se llama la protagonista antes de que sus hermanastras le pusieran Cenicienta, vivía en una familia feliz, hasta que murió su madre, y su padre se volvió a casar con Lady Tremaine, la que sería su madrastra, con dos hijas, Anastasia y Drisella, que envidian las virtudes de la pobre huérfana; cuando su padre muere la consideran como a una criada cubierta de cenizas. Ella no pierde la esperanza a pesar de la crueldad con que la tratan su madrastra y hermanastras, procurando seguir el consejo de su madre antes de morir "sé generosa y ten valor".

En esta popular historia, basada en el cuento del escritor francés, publicado en 1697, que fue tratado posteriormente por los Hermanos Grimm, Branagh ha introducido bastantes modificaciones aunque mantiene el espíritu del relato original, pero le interesa especialmente la madrastra, que resulta muy inquietante y de corte gótico, siendo otra de las modificaciones la imagen del hada madrina y la introducción con los antecedentes de Ella, que lo convierte en un drama para adultos, lo que no quiere decir que no lo puedan ver y gustar a los pequeños. A lo largo de la misma se deslizan temas como la injusticia, la crueldad, la envidia, el amor, el sufrimiento y también la generosidad y el valor, en un relato moral que resulta pedagógico para la infancia.

Esta versión profundiza en el pasado de los personajes, especialmente de Cenicienta, su infancia, la relación con sus padres, y quien de mayor desea conocer al hombre, no casarse con un príncipe ni buscar a un rico como sus hermanastras.

Generosidad y valor ha puesto Branagh en la realización de este auténtico espectáculo de lujo en decorados y vestuario, así como en una interesante interpretación de los principales actores, destacando Cate Blanchett en una dura madrastra que hace el mal como respuesta a sus complejos, con un buen uso de paisajes y efectos especiales realzados por la belleza de la fotografía, que supone un goce para la vista, con sus bien estudiados planos y la abundante partitura musical de Patrick Doyle.