Era sólo cuestión de tiempo que el genio de Tim Burton y la imaginación del (ya fallecido, por cierto) escritor Roald Dahl se cruzaran. Ya lo hicieron, de hecho, en James y el melocotón gigante, donde Burton ejerció de productor (y, conociendo su desbordada creatividad, seguro que aportó mucho más al rodaje), pero en este filme la coyunda, con perdón, ya es total.
Charlie y la fábrica de chocolate, de la que existe una versión bastante modesta de los años setenta, es una película deliciosa por muchos conceptos: por supuesto, por su materia prima, ese derivado del cacao del que se dice que libera feromonas en el cuerpo humano, como si de un enamoramiento se tratara; pero también, y sobre todo, por la primorosa, imaginativa puesta en escena que ha ideado Burton para la adaptación al cine del divertido, juicioso y sanamente educativo libro de Dahl. Porque el mundo del escritor galés parece estar hecho a la medida de autores especiales como Burton (o Danny DeVito, que ya hizo una recordable versión de Matilda), un mundo infantil pero no infantiloide, ingenuo pero no gazmoño, inteligente pero no listo (la diferencia es obvia, aunque haya quien crea que son sinónimos), incisivo, agudo, con intencionalidad de adulto admirablemente adaptada a la mentalidad de los niños.
En Charlie..., Dahl y Burton ponen a caldo a las familias que educan a sus hijos primando "valores" (por decir algo...) como el consumismo, la sobrealimentación, la agresividad, la televisión, la hosquedad... y, por contra, realizan un retrato idílico (tal vez demasiado...) de las familias pobres pero honradas, que ponen el amor, el cariño y el esfuerzo personal por encima de otras cuestiones materiales. Es cierto que, a estas alturas, Burton y Dahl parece estar hablando de niños y padres que ya no existen, pero al menos reconforta el mensaje.
Mención especial para la brillantísima imaginación de Burton al recrear, con un diseño entre dickensiano en la ciudad y bucólico en la fábrica de chocolate, la historia de Dahl. También es un acierto, y de qué calibre, la repetición clónica de los "oompa-lumpa", realmente descacharrante. Sólo el personaje de Depp queda, a ratos, algo enclenque, y no se sabe muy bien si es por decisión de Burton o (lo que extrañaría) por flojera del actor, que ha demostrado en otras ocasiones tener fuelle para mucho más. En cualquier caso, una delicia de película: eso sí, con las ganas que entran de comer chocolate, los diabéticos y personas con exceso de colesterol deberían pensárselo antes de ir a verla...
(19-08-2005)
115'