Definitivamente, parece que Paul Schrader, el que en los años setenta pareció un mellizo putativo de Martin Scorsese, no levanta cabeza. Recordemos que Schrader fue guionista de algunas de las mejores películas de Marty, como las espléndidas Taxi Driver y Toro salvaje, y que al principio de su carrera como director consiguió títulos muy estimables, como Hardcore. Un mundo oculto, American gigoló, El beso de la pantera y Mishima. El fracaso económico de estos dos últimos títulos dio al traste con una prometedora carrera, y desde entonces, y con escasas excepciones (El placer de los extraños, sobre todo Aflicción) no ha vuelto a brillar, enfangado en mediocridades que, evidentemente, no le merecen.
No le redimirá de ese papel subsidiario este Como perros salvajes, con un endeble guión basado en la novela del también actor Edward Bunker. Se nos cuenta aquí la historia de tres exconvictos que, como era de prever, vuelven a las andadas en cuanto pueden, y cómo los tres, con tanta mala leche como tendencia a meter la pata, son contratados por un tipo de pésima reputación, al que llaman El Greco (menos mal que no se llama Hieronimus Bosch…), quien les subcontrata el encargo de secuestrar a un bebé para que su padre pague cierta considerable deuda. Como era de esperar, lo que parecía coser y cantar se complicará notablemente…
Pero, como decimos, el guion hace aguas por todas partes, la historia es incoherente, los personajes carecen de fondo, son estereotipos de villanos que hemos visto ya cientos de veces, sin que nos interese mayormente lo que les pase. Los tres roles principales, sobre los que se asienta la historia, no tienen perfil, son romos, con el líder que parece tener la cabeza mejor amueblada pero que en el fondo es un carajote de marca mayor, con tendencia a tirar de gatillo con demasiada facilidad; el loco (que para eso le llaman Mad Dog, qué falta de originalidad), que lógicamente está como una cabra y hace todos los disparates que se pueden imaginar en un chalado; y el que tiene pinta de “skin-head” con cuarenta kilos de más, que parece el más sereno, pero que cuando se le ahuma el pescado no para en barras y arrolla al más pintado.
Película fea, hosca, son relieve ni talento, sólo algunos momentos iniciales, cuando Schrader juega con grafismos y distintas escenas simultáneas en pantalla, recuerdan quién está a los mandos. Por cierto que el propio Schrader hace su debut como actor en el filme, como el mentado Greco, y ciertamente lo hace bastante bien. Nicolas Cage, como es habitual en él, está muy pasado de rosca, y en ese mismo defecto incurre otro actor que generalmente suele estar bien, Willem Dafoe. El tercer protagonista, Christopher Matthew Cook, pone su imponente presencia física y poco más.
93'