Creatura

CINE EN PLATAFORMAS

ESTRENO EN FILMIN. Disponible también en Rakuten.

Elena Martín (Barcelona, 1992) es graduada en Comunicación Audiovisual por la prestigiosa Universitat Pompeu Fabra, aunque se inició en el cine como actriz, si bien en este apartado, por ahora, no tiene un desempeño especialmente relevante. Como directora comenzó con un largometraje, Jùlia ist (2017), de reminiscencias veladamente autobiográficas, con una estudiante haciendo su Erasmus en Berlín. Tras actuar como realizadora en sendas series recientes, Vida perfecta y En casa, ahora afronta este que parece su proyecto más personal hasta ahora, un relato en el que las relaciones sexuales serán el eje sobre el que pivote toda la historia.

La historia arranca con una pareja, Mila y Marcel, ambos treintañeros. Parecen tener buena química, aunque cuando se ponen a hacer el amor hay siempre algún problema, mayormente suscitado por ella, que desactiva el deseo y termina en frustración. A lo largo del metraje iremos viendo a esta misma Mila en distintas etapas de su vida, desde que era una niña de 5 años a cuando tenía 15, entre otras etapas. A lo largo de esas escenas iremos viendo que la protagonista tiene un serio problema relacional, en el que no termina de conectar bien sexualmente con su pareja actual, pero tampoco en anteriores épocas de su vida, mayormente en la adolescente. Esos problemas, además, generan un indeseado e indeseable efecto colateral, una urticaria o eczema en la piel que le resulta sumamente molesta...

Creatura (lógicamente “criatura” en español) es, o así nos lo parece, una historia de fuerte componente autobiográfico, en el que la sombra de Electra planea constantemente. Recordemos: según la mitología griega, Electra, hija de Agamenón y Clitemnestra, vengó la muerte de su padre, de la que fue responsable su madre con el auxilio de Egisto. A partir de ahí, Jung definió el llamado “complejo de Electra”, que sería equivalente, a sexo cambiado, al “complejo de Edipo”. Si en este último se establecía el deseo carnal, latente o patente, del hijo por la madre, en el de Electra ese deseo sería el que se establecía por parte de la hija hacia el padre. Porque en Creatura nos parece más que evidente que los problemas sexuales de Mila, la protagonista, y también los colaterales como la urticaria psicosomática, vienen dados por una insatisfacción, por una autorrepresión en ese deseo que en la niñez y la adolescencia sería difuso, y en la edad adulta, aunque quizá más evidente, será rechazado por la propia protagonista por el evidente tabú del incesto. Ese amor filial-paterno, que sin sexualidad de por medio es habitual, cuando entra en juego el sexo complica las cosas, y de qué manera...

Así, si no estamos errados (porque aunque Elena Martín da varias pistas en ese sentido, no es meridianamente clara, ni seguramente debería serlo: para eso está la capacidad de sugerir), todos los problemas de una sexualidad que no termina de encontrar su lugar vendrían dados por aquel complejo de Electra que, incluso ya adulta, pugna por salir a flote, siempre camuflándose en otra cosa, en el amor de una hija por su padre, pero que, en el fondo, responde a ese viejo impulso, telúrico, que a veces puede darse (y, de hecho, se da) en las relaciones familiares: el incesto, ese último tabú.

Insatisfacción, femenino singular, entonces, en una película en la que hay que reconocérselo todo a Martín, desde ese abrirse en canal que supone que ella misma sea la que protagonice a su personaje (probablemente, como hemos intuido, en buena medida inspirado en ella misma...), con una considerable desinhibición sexual, hasta haberse implicado en las principales facetas de la historia, siendo directora, guionista, protagonista y productora. Pero el conjunto no nos termina de convencer, a pesar de esa apreciable indagación de respuestas a una vida insatisfecha, en la que su protagonista buscará sin descanso, también sin éxito, una salida que le permita vivir en eso que solemos llamar normalidad, de difícil enunciación o descripción, pero perfectamente reconocible cuando se vive en ella, y no digamos cuando no se vive en ella... Tampoco los diálogos, que pretenden ser muy naturales, ayudan al buen fin del film, con frecuencia reiterativos e incluso retóricos, a pesar de que se quieren realistas.

El conjunto, entonces, siendo irregular, es evidente que tiene sus mejores bazas precisamente en su indagación de caminos, en su sugerente exposición de traumas y frustraciones. Lástima que ese conjunto no esté mejor afinado, aunque nos hace esperar que, si Martín tiene mejor tino en el futuro, nos puede dar mucho y buen cine.

Buen trabajo actoral en general, intuyéndose que ha habido un trabajo previo de ensayo muy exigente.
 
(16-09-2023)