A principios de los años ochenta Stephen King estaba muy entusiasmado con la adaptación al cine de su nueva novela, Apocalipsis, en la versión publicada entonces, inferior a la edición definitiva que vería la luz varios años después. Pero la tarea de adaptar este libro, que incluso en aquella primera versión era sumamente denso, se le hacía muy cuesta arriba al novelista, que quería encargarse personalmente del guión. Algunos años antes había conocido a George A. Romero, de quien admiraba profundamente La noche de los muertos vivientes, y Romero correspondía a esta admiración por las primeras novelas de King. Ambos decidieron hacer juntos Apocalipsis, pero la desilusión de King ante el formidable reto que tenía por delante la solucionó Romero proponiéndole hacer un divertimento en la línea de los míticos cómix de E.C., la popular editorial especializada en cuentos de terror "pulp", hechos siempre con notable sentido del humor negro, y que habían hecho las delicias de la infancia y juventud de ambos. Así nace Creepshow, un filme en cinco episodios en el que director y guionista hacen un homenaje a los E.C. Comics desde su peculiar perspectiva. Así, el tema de los zombies aparece en dos de los “sketches”, El Día del Padre y La marea, rindiendo con ello pleitesía a una de las temáticas más queridas de Romero, los muertos vivientes; la mano de King aparece más claramente en el episodio de La caja, en el que un hecho fuera de lo normal sirve a un panoli para librarse de su dominante esposa. También es muy kingiana la visión negativa de los poderosos, como el marido rico y despótico de La marea o el millonario maniático de La invasión de las cucarachas, retratados como seres sin escrúpulos, inhumanos y egoístas, como hace habitualmente King en los relatos en que estos privilegiados aparecen en su obra. Paradójicamente, el episodio que temáticamente queda más a trasmano tanto de Romero como, sobre todo, de King, es La solitaria muerte de Jordy Verrill, precisamente el protagonizado por el propio Stephen, una reflexión fantástica entre lo surreal y lo cateto sobre la mala suerte endémica. Como suele ocurrir en todo filme de episodios, su calidad es muy irregular. Así, el episodio de las cucarachas está muy conseguido en su denuncia de la obsesión higienista como trasunto de un fascismo metafórico, una protesta contra el ordenancismo, admirablemente dirigido por Romero en un universo blanco que va poblándose paulatina e irreversiblemente por el color marrón de los invasores que restablecerán el caos como orden natural de las cosas; la interpretación de E.G. Marshall apoya además, desde una composición intransigente y demoledora, un personaje especialmente odioso cuya horrorosa muerte, finalmente, es acogida con un suspiro de satisfacción por el público. Sin embargo, el del viejo asesinado que vuelve de la tumba buscando su tarta resulta bastante artificial, desde la pedestre reunión familiar a la muerte, uno a uno, de los miembros del clan, hecha muy tópicamente por un Romero que no debía estar muy inspirado. El episodio del paleto sin suerte y con mucho musgo estaría entre estos dos extremos, ingenioso en su idea pero no especialmente afortunado en la realización, salvo en los pasajes imaginados por el cateto, resueltos a base de planos con orlas y un sentido del humor muy peculiar, que le dan al episodio un tono burlesco cuya sonrisa termina por helarse en los labios ante el trágico final. En cuanto a La marea, cabe destacar el sadismo del marido cornudo para vengarse de los amantes, a los que no sólo mata, sino que tortura haciéndoles agonizar ante los embates del mar; sin embargo el final es, además de totalmente predecible, poco imaginativo y resuelto tópicamente. Dejamos para el final el de la caja con monstruo dentro, el más elaborado, que interesa sobre todo por cierta pintura social, con un bien definido retrato de la pareja protagonista, un profesor calzonazos y su insoportable mujer. En definitiva, Creepshow es un estimable homenaje a una publicación que a buen seguro llenó gran parte de los sueños infantiles de sus fautores, realizada desde el amor y la admiración por sus contenidos, pero también desde la personalidad de Romero y King, una película que obtuvo una buena acogida comercial, lo que haría que, cinco años más tarde, se realizara una segunda parte, bastante inferior.
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