Pelicula:

CINE EN PLATAFORMAS


ESTRENO EN MOVISTAR+. Disponible también en Rakuten.


La ejecutoria de la distribución cinematográfica en España es, con frecuencia, inexplicable. No hablamos de la distribución comercial, que esa se rige por el mero propósito crematístico y le importa un pimiento cualquier otra consideración, sino por aquella otra, ciertamente más minoritaria, que busca (además de rentabilizar el producto, obviamente: no son, ni nadie se lo pide, unas onegés...) presentar al público español films con interés artístico, o cultural, o indagatorio, o innovador, o todo ello a la vez... Hablamos de distribuidoras de prestigio, como Avalon, Golem, Surtsey, A contracorriente, Caramel, Vértigo, La Aventura, BTeam, entre otras. Pues curiosamente, esas y otras distribuidoras que se preocupan por dar al espectador hispano productos audiovisuales que no sean fabricados como chorizos (perdón por la forma de señalar...), sin embargo, con frecuencia se dejan inexplicablemente en los anaqueles las filmografías de cineastas de interés.


Valga este preámbulo para comentar el hecho bastante extraño de que del guionista, actor y director francés Emmanuel Mouret (Marsella, 1970), graduado en dirección en la prestigiosa La Fémis, solo conozcamos en España tres (El arte de amar, Las cosas que decimos, las cosas que hacemos, y ahora esta Crónica de un amor efímero) de los doce largometrajes que, a la fecha de estas líneas, ha dirigido el cineasta marsellés, más una cuarta película (Mademoiselle de Joncquières), que se ha podido ver a través de una plataforma (Netflix, sorprendentemente, no Filmin, como pudiera suponerse...).


Pero entrando ya en materia, esta Crónica de un amor efímero, como prácticamente toda la filmografía mouretiana (quizá esa sea la razón de la inexplicable omisión de las distribuidoras independientes, el género romántico en el que se inscribe, el más despreciado por la vanguardia intelectual), se incardina en el cine amoroso, en el cine que trata, fundamentalmente, de ese raro sentimiento al que, por más vueltas que le demos, por más manido que parezca, siempre aparece con distintos ropajes, siempre presenta ignotos pliegues entre los que podremos descubrir cosas nuevas, o quizá variaciones que saben a nuevas.


La acción se desarrolla en nuestro tiempo, en París: conocemos en la primera escena a Charlotte y Simon, mujer y hombre en torno a los cuarenta y tantos; ella es madre soltera, él está casado, con hijos, pero, tras un primer encuentro que ha ocurrido con anterioridad a esa primera escena, se han citado para hacer el amor. Ambos buscan solo sexo, una cana al aire al margen de la rutina conyugal. A lo largo de sus distintas citas, que tendrán lugar de vez en cuando, iremos conociendo mejor a estos dos peculiares personajes: ella, segura de sí misma; él, un hombre apocado y acomplejado por su poco agraciado aspecto, se siente en las nubes porque una mujer atractiva y sexy se haya fijado en él. La relación entre paréntesis  (como describe uno de ellos su vínculo), que saben con fecha de caducidad, sin embargo, irá profundizándose poco a poco, casi sin darse cuenta, hasta que el momento de la inevitable y esperada ruptura se haga tan doloroso...


Crónica... tiene, como cabía imaginar, sus luces y sombras. Entre las primeras, la presentación de esta (relación entre paréntesis) –permítanme el metalenguaje...--, una relación asimétrica en la que ella es obviamente una mujer deseada y deseable, y él es tirando a amorfo y carente de “sex-appeal”; el que sea ella, precisamente, la que tome las riendas de la relación, siendo ésta tan disímil, contradice la habitual relación de poder en la que el hombre es el seductor y la mujer la seducida. Pero también gusta que esa inicial relación puramente física vaya derivando, casi sin darse cuenta, y a sabiendas de su imprecisa pero segura fecha de caducidad, hacia otra cosa, una emoción en la que sexo y amor, inesperadamente, se enlazan inextricablemente. Se suceden los diálogos, siempre chispeantes, siempre naturales, recordando, es cierto, como se ha encargado de subrayar la publicidad, el cine de Woody Allen y Éric Rohmer, aunque nos parece que este último tenía una ligereza, una evanescencia, de la que carece la película de Mouret, cuyos diálogos, generalmente tan buenos, llegan por momentos a ser excesivos: un cierto tiempo de silencio hubiera sido necesario, de vez en cuando, para poder paladear mejor esas conversaciones entre estos dos adultos que, sin sentimiento de culpa, engañan a sus parejas aunque crean que no lo hacen porque es “solo sexo”, no amor. 


Gusta el tono minimalista del relato, construido sobre los sucesivos encuentros de la pareja de amantes, encuentros tan parecidos, pero a la vez tan distintos; gustan los escenarios en los que se desarrollan, al margen de las habitaciones donde consuman la coyunda: librerías, museos, parques, bosques...; gusta, aun doliendo, la forma en la que la relación supuestamente solo sexual se va a pique, con ese tercer vértice que es todo dulzura, que resulta ajena a este tipo de historias (tríos, etcétera) que parecen más extraídas de historias de subido tono, lo que no es el caso. Gusta ese final abierto, ambiguo, donde el espectador podrá decidir su conclusión, si le place. 


Pero, como decimos, no gusta tanto la desmesura de los diálogos, a los que Mouret y su cómplice en el guion, Pierre Giraud, deberían haber sometido a una cierta poda que hubiera hecho que la película ganara en levedad, en ligereza, tono que premeditadamente buscan, aunque el exceso de texto lastre un tanto el resultado final. Con todo, la película es ciertamente deliciosa, un bocado exquisito sobre seres humanos zarandeados por el destino, adultos que juegan a darse placer para caer emboscados, sin pretenderlo, en algo mucho más íntimo: el alma, donde reside el amor.


Hermosa, melancólica película, sus defectos no pueden empañar lo gozoso de su tono, el de una pequeña joya romántica que busca zarandear, en estos tiempos de Tinder y de “matchs”, conceptos tales como el sexo y el amor, incluso su intersección...


Muy interesante trabajo de la pareja protagonista, con una Sandrine Kiberlain convertida hace tiempo en una de las mejores de su generación en Francia, en un personaje difícil que ella hace parecer fácil; y Vincent Macaigne, al que confesamos que desde siempre nos ha caído más bien gordo, quizá por su insistencia (a lo mejor es que no le ofrecen otros...) en hacer personajes idiotas, cosa que aquí le viene como anillo al dedo, con esa cierta estulticia teñida de poco espíritu que caracteriza a su rol. No nos resistimos a mencionar a Georgia Scalliet, el vértice del triángulo, en un personaje que nos ha parecido cautivador en su sencillez, una mujer cuya dulzura, sin proponérselo, se convierte en un arma devastadora, capaz de secuestrar corazones que se creían invulnerables...


(25-03-2023)


 


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100'

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Crónica de un amor efímero - by , Nov 11, 2023
3 / 5 stars
(Una relación entre paréntesis)