Emmanuel Mouret (Marsella, 1970) es un guionista, actor y director francés, graduado en la prestigiosa La Fémis, que tiene ya una apreciable carrera en todas esas facetas, que suele ejecutar simultáneamente, aunque últimamente está dejando de interpretar, para dedicarse de lleno a la escritura y realización de películas. Su cine es, fundamentalmente, un cine de la palabra; pero no es un cine de cháchara, en el que la palabra degenere en verborrea, sino que sus diálogos suelen estar muy bien escritos y puestos en razón; aunque se inició en el terreno de la comedia, casi siempre en los complicados senderos del amor, en los últimos años está virando al drama; de hecho, su anterior película, Mademoiselle de Joncquières (también conocida como Lady J., 2018), era un puro drama de época con evidentes reminiscencias con el clásico Les liaisons dangereuses, de Choderlos de Laclos, aunque tenía auténtica, genuina personalidad propia. Sus guiones, generalmente originales (salvo el de la mentada Mademoiselle..., basado en una novela de Diderot), gustan de jugar con giros, azares y carambolas, un poco a la manera de Woody Allen, cuya alusión no es en absoluto ociosa, como veremos.
La historia se ambienta en nuestros días, en Francia, en su mayor parte en localizaciones en el departamento de Vaucluse, al sureste del país. Allí llega Maxime, invitado por su primo François para pasar unos días en su casa de verano; le recibe Daphné, la novia del primo, embarazada de 3 meses, porque François está en París por temas de trabajo y tardará unos días en volver al retiro vacacional. Para pasar el tiempo, Daphné le pide a Maxime que le cuente su reciente ruptura sentimental; a su vez, ella le va contando su peripecia romántica con François, al que conoció cuando este aún estaba casado con su esposa Louise, que se separó de él al contarle que había encontrado el amor con otra persona. Así, Daphné y Maxime van abriéndose paulatinamente el uno al otro, mientras esperan que llegue François, en un ejercicio tan reconfortante como, en el fondo, peligroso...
Se ha dicho de Mouret, y nos parece correcto, que su cine es de alguna forma heredero del que hiciera Éric Rohmer, singular maestro del cine de la palabra, autor de una notabilísima filmografía con gemas como Mi noche con Maud (1969), La rodilla de Claire (1970), La mujer del aviador (1980) o Las noches de la luna llena (1984). Mouret, lo diremos ya para los puristas, no llega a la altura de Rohmer, mayormente porque este confería a sus pelis una levedad, una gracia alada que no está en las de Mouret. Dicho esto, no nos parece que sea un mal heredero, ni mucho menos, porque los films del cineasta marsellés tienen enjundia, están bien escritos, buscan con esmero mantener la atención del espectador; pero además nos hablan de temas que, dichos como de pasada, son sin embargo de hondo calado: el amor, pero también su contrafigura, el desamor; la fidelidad, pero también la otra cara de la moneda, la infidelidad; el deseo, pero también su ausencia, que puede acabar en desidia.
Película con más poso del que podría parecer, sus romances cruzados, sus desamores, los deseos de ida y vuelta, las entregas absolutas por amor, conforman una delicada filigrana romántica que, ciertamente, entendemos habría sido del agrado de Rohmer. O de Woody Allen, al que mentábamos, y que tampoco anda demasiado lejos del cine de Mouret, con sus azares, sus personajes con frecuencia desvalidos (aquí casi todos...), sus roles cómicos (sobre todo François, interpretado por el comediante Vincent Macaigne, que recuerda en su carácter y su actitud a un Woody con barba y sin gafas), sus historias prodigiosamente entrecruzadas. Eso sí, si Rohmer y Allen están en el planteamiento y en el nudo, el desenlace es puro Jacques Demy, mayormente el bellísimo, tristérrimo final de Los paraguas de Cherburgo...
Buen trabajo actoral, en un film bastante más coral de lo que aparenta; nos gusta el desvalimiento de Niels Schneider, que mueve a darle un abrazo para reconfortarlo; nos gusta la estupenda Émilie Dequenne, la antigua musa de los hermanos Dardenne, que ha crecido, y de qué manera; y nos gusta, sobre todos, Camélia Jordana, que confiere a su papel de enamorada y embarazada sutilísimos matices, transmitiendo con sensibilidad esa pasión que va llenándola sin darse cuenta, quizá también sin esperanza.
(08-07-2021)
122'