Richard Eyre es un cineasta con una carrera relativamente corta, que se ha desarrollado casi siempre en televisión; procede de la dirección teatral, y eso es evidente a la hora de llevar a la pantalla una película como ésta; no se entienda esto como un defecto, sino como una mera evidencia. Su cine, consecuentemente, está hecho, como decía Vicente Aranda, “con actores y paredes”; no hay lugar para acción, aventuras ni efectos especiales, sino sólo (casi nada…) para rostros de actores interpretando sus personajes. Por eso es fundamental en su cine que los actores sean de primera línea, y en este caso no se puede quejar: Judi Dench es una de las grandes damas del teatro y el cine inglés, espléndida igualmente haciendo de reina Isabel II o de M, la jefa del servicio secreto británico en la serie 007. Cate Blanchett, por su parte, es una de las más brillantes actrices de su generación, la que frisa ahora los cuarenta, una mujer de rara belleza nórdica, que le valió incluso para interpretar el papel de reina elfa en la saga de El Señor de los Anillos. Diario de un escándalo cruza varios puentes, con temas tan vidriosos como el amor entre un adulto (el personaje de Blanchett) y un menor de edad, y la impremeditada atracción lésbica que ejerce la joven y nueva profesora que interpreta Cate sobre la anciana profesora que compone Dench. Claro que el tema real de la película, en un escenario con tantas figuradas arenas movedizas, es la tela de araña que teje la profesora anciana sobre la incauta recién llegada, narrado en primera persona por la también metafórica tejedora de esa tela. Es cierto que hay un cierto, difuso toque homófobo en el retrato de esta vieja lesbiana que trufa su estrategia seductora con las amables mañas de la amistad entre la joven e inexperta y la más que madura y tan sabia; a pesar de ello, no hay un tono peyorativo expreso sobre el amor homófilo, que hoy día carecería de sentido. Denso drama con algunas escenas percutantes (el encuentro en el que Dench conmina a la adúltera Blanchett a abandonar su relación paidófila, encontrándose con ello que la tiene “a punto de caramelo” para sus intenciones; el estallido de la crisis matrimonial de la joven profesora), el tono general del filme es sólido, robusto, con ese toque personal que sólo consigue el cine británico, que con frecuencia parece de época aunque se desarrolle en nuestros días, quizá porque el escenario recuerda poderosamente a la etapa victoriana que tan familiar resulta gracias a los numerosos seriales televisivos con el característico sello de la BBC.
Diario de un escándalo -
by Enrique Colmena,
Apr 02, 2007
3 /
5 stars
Arenas movedizas
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