No parece que el descanso (tres años desde que hizo Los commitments) haya sentado bien a Alan Parker. A lo peor se ha sometido a una cura de salud en un balneario, y de ahí le viene la saña que destila este su último trabajo, una sátira sobre los excesos en el cuidado del cuerpo, pero también sobre la picaresca que rodea todo montaje comercial.
Pero sus virtudes no van mucho más allá: la doble acción paralela, con el matrimonio en crisis que acude a revitalizarse al balneario y el listillo al que otro pícaro mayor se la juega, avanza cansinamente sin llegar a interesar más que a ráfagas. Otra cosa es cuando aparece en pantalla Anthony Hopkins, que hace toda una creación del doctor Kellogg, el inventor de los "corn flakes". El inolvidable "Caníbal" Lecter se luce a placer en el verídico personaje de un excéntrico matasanos que rendía culto casi obsesivamente al cuerpo pero, ¡ay!, estaba acorazado contra los sentimientos.
No ha estado afortunado Parker en esta sátira de antaño, por mucho que tenga tantos puntos en común con las obsesiones de hogaño sobre los cuerpos danone. Pero además de la intención hay que tener una historia mínimamente interesante, y aquí se desperdicia el atractivo de Kellogg para perderse en minucias de sus aborregados pacientes.
El balneario de Battle Creek -
by Enrique Colmena,
Jan 24, 2001
1 /
5 stars
Cansina sátira
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