Pelicula:

CINE EN SALAS

Pierre Goldman fue un ciudadano francés, de etnia judía, siendo sus padres polacos emigrados a Francia que huyeron de la persecución nazi a los de su raza. Goldman, de ideología ultraizquierdista, reputado por algunos como intelectual (a ver, intelectuales eran Sartre, Althusser, Aron o Debray, pero este hombre no tenía, ni de lejos esa talla: fue columnista en algunos medios franceses y autor de un par de novelas: lo dicho, de intelectual nada...), estuvo en Venezuela en los años sesenta luchando con la guerrilla contra el gobierno de turno, en la época que floreció la insurgencia de esos movimientos de extrema izquierda en el continente americano (El Che, Castro, etcétera), para regresar decepcionado a su Lyon natal a finales de los años sesenta; como no tiene donde caerse muerto y “compra muchas camisas porque suda mucho y no le gusta lavar “ (literal en el film...), se dedica a atracar tiendas, tres en total. Capturado por la Policía, es acusado de esos tres delitos y de otro más, el atraco a una farmacia con resultado de dos boticarias muertas, un cliente de la misma gravemente herido y un policía fuera de servicio que se le enfrentó y al que también le pegó un tiro; Goldman admite los tres primeros atracos, sin víctimas, pero no el cuarto con personas muertas. Los testimonios en su contra se acumulan, aunque parece haber ciertas fisuras en lo declarado por esos testigos, pero finalmente es condenado a cadena perpetua. Una intensa campaña en los medios de comunicación de izquierdas, así como un movimiento en su favor por parte de la intelectualidad zurda (entre ellos la actriz Simone Signoret), consigue que el Tribunal de Casación (el equivalente en España al Tribunal Supremo) resuelva que el juicio debe repetirse, y ese segundo proceso es el tema de este El caso Goldman...

La película se basa fundamentalmente en un trabajo “de mono”, como decimos en mi tierra cuando se habla de una tarea penosa y casi inabarcable, cual fue el prolijo trabajo de documentación que realizó la coguionista Nathalie Hertzberg, quien rastreó exhaustivamente todo lo que se publicó en los periódicos de la época (que hicieron un seguimiento amplísimo, dado que fue un caso sumamente controvertido que dividió a la opinión pública gala), así como la correspondencia entre los abogados, notas manuscritas en el propio juicio y, en general, todo aquello que pudiera dar una idea lo más cercana a la realidad de lo que sucedió entre abril y mayo de 1976, fechas de ese segundo juicio contra Pierre Goldman.

El resultado es un film estimulante, que consigue una rareza, cual es que, estando prácticamente rodado en su integridad (salvo una escena al comienzo, que no llega a los cinco minutos, y algún excurso mínimo rodado en lo que hace las veces de calabozo en la corte judicial) en un único decorado (un set preparado “ad hoc” como si fuera la sala donde se desarrolló el juicio), sin embargo no se haga pesado. Más mérito todavía porque la película, como cabía esperar, está llena de diálogos, de preguntas y respuestas de jueces, abogados, jurados, testigos, acusado... allí habla todo el mundo, pero no resulta farragoso, porque lo que se dice tiene interés, y a través de todo lo que se nos cuenta, por unos y por otros, vamos haciéndonos una idea de lo que pudo ser aquel juicio y de lo que realmente pudo ocurrir en ese atraco a la farmacia con resultados tan catastróficos (especialmente para las asesinadas, por supuesto...).

Cédric Kahn (Hauts-de-Seine, 1966) es un actor, guionista y director francés de ya larga carrera. Como realizador tiene una ecléctica filmografía, con adaptaciones de Simenon como Luces rojas, thrillers de compromiso social como Una vida mejor y dramas que hablan de complicadas redenciones personales como El creyente. Con El caso Goldman vuelve a confirmar la versatilidad de su obra como director, acometiendo el empeño de llevar a la pantalla el controvertido segundo proceso contra Pierre Goldman, con los inevitables perfiles políticos que ello conlleva, sabiendo además que iba a pisar, inevitablemente, bastante callos, tanto entre las franjas conservadoras como entre las progresistas.

Kahn no toma partido, al menos no de forma clara y evidente. Sí se puede entrever, del cúmulo de testimonios y de interrogatorios de los abogados, que la acusación contra Goldman por el atraco a la farmacia estuvo plagada de irregularidades, cuando no de testigos poco creíbles y de contradicciones de toda clase; ello sin ocultar que Goldman era un pobre diablo, un fatuo engreído pero a la vez torturado por su etnia, imbuido de su ideología de extrema izquierda, casi una religión para él, y sí, con una tendencia innata a meter la pata en todo momento. Su abogado defensor, también de raza hebrea como él, pero en principio reacio a plantear su defensa también en clave étnica, llega a decir de Goldman que parecía un personaje de Dostoievsky: Crimen y castigo, El idiota, Los poseídos... pero que eso no le convertía en el asesino de las boticarias.

Buena película, entonces, en la que se agradece que no se caiga en el habitual maniqueísmo de este tipo de cine, donde todos hablan con lo que creen su verdad (o al menos así lo aparentan), sin buenos ni malos, más allá de que recaiga la sospecha sobre algunos de los testigos y sobre la actuación de la Policía en la detención y posterior identificación de Goldman como autor de los hechos delictivos ocurridos en la farmacia.

Gran trabajo actoral: una película como esta, que es fundamentalmente una cinta en la que la palabra lo es casi todo, ha de contar con un elenco interpretativo entregado y plenamente consciente de que sobre sus hombros recae en buena medida la credibilidad del film, su amenidad; todos ellos están excelentes, haciendo hincapié sobre todo en tres actores, Arieh Worthalter, que da muy bien el personaje central, ese atormentado Goldman, ese contradictorio militante de ultraizquierda que quería cambiar el mundo aunque tendría que haber empezado por cambiarse él; Arthur Harari, el abogado judío que llevará el peso de la defensa y que tendrá que luchar no solo contra la acusación particular y el ministerio fiscal, sino hasta con su propio cliente, el bocazas de Goldman, con tantos pájaros en la cabeza y actitudes tan radicales que predisponía en su contra a todo el mundo; y Stéphan Guérin-Tillié, el presidente del tribunal, un hombre recto que, según la película, buscó en todo momento la verdad de los hechos.

Una curiosidad que no nos resistimos a comentar: estamos acostumbrados de siempre a ver juicios en audiovisuales norteamericanos en los que el presidente del tribunal, por un quítame allá esas pajas, desaloja la sala en cuanto hay cualquier indicio de altercado público, o manda al calabozo al acusado si este se pasa lo más mínimo. Pues en Francia, si hay que hacer caso a lo que se ve en este film, al menos en la época en la que se desarrolló este proceso, la laxitud y tolerancia del tribunal con respecto a esas actitudes es infinita, como de Job: la frecuente algarabía que montan entre el público tanto los favorables a Goldman como sus detractores hubiera hecho que todos fueran expulsados con cajas destempladas a las primeras de cambio de la sala de juicios en los USA; pero, ¡ay!, estamos en la dulce Francia...

El caso Goldman, a nuestro juicio, es un muy interesante thriller judicial que habla sobre la posibilidad nada desdeñable de que, bien la maquinaria del estado, bien algunos de sus representantes, a título particular pero utilizando los poderosos resortes que la ciudadanía deposita en sus manos, retuerzan los hechos para implicar en crímenes a sujetos incómodos y, de esta forma, quitárselos de encima, neutralizándolos. La tesis de la película, según nos parece, viene a decir que Goldman era un mentecato, sí, también un ladrón,  pero no un asesino.

El caso Goldman entronca en alguna medida con el cine político francés que gozó de predicamento durante los años setenta (Z, La confesión, Estado de sitio...), pero siendo mucho más equilibrado que aquel cine que, en general, era muy partidista (además de muy bueno, es cierto...).

(21-03-2024)


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115'

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El caso Goldman - by , Mar 22, 2024
3 / 5 stars
Un mentecato, un ladrón, pero no un asesino