Hace unos años en España había productores cuyas películas llevaban su sello, pero últimamente quedan pocos; Gerardo Herrero, uno de los más interesantes, se atrevió también a dirigir, aunque es evidente que es mejor productor que director, como se demuestra a la vista de sus notables films en la primera de esas facetas, como “Martín Hache”, “El hijo de la novia” o “El secreto de sus ojos”, la reciente ganadora del Oscar.
Herrero, que lleva más de veinte años ejerciendo como productor, al pasar a la dirección eligió un thriller con un guión original y después se dedicó a adaptar obras literarias. En esta ocasión trata de conjugar ambas tendencias, por una parte el thriller y por otra la adaptación de la novela del autor uruguayo Hugo Burel, editada en 2005, que pertenece a ese género.
Eduardo López es un ejecutivo que cierto día, cuando viaja de Italia a Buenos Aires, conoce en el aeropuerto de Madrid a Raimundo Conti, quien a partir de ese momento le va a acosar permanentemente el resto de su vida. Eduardo terminará agobiado no sólo por el estrés de su trabajo sino por la persecución de Conti y las exigencias de su empresa para que reduzca plantilla ante la crisis, dejando así desatendida a su familia, ya que la única forma de quitarse la ansiedad provocada por su labor es ir a correr cada noche.
El guión, que se estanca por momentos, acoge el aspecto social y laboral, el psicológico, la angustia, el poder, el deseo por mejorar en la vida, pero también la moral, la decencia, la honradez de no querer perjudicar a los demás en una sociedad cada vez más deshumanizada, que se mueve únicamente por el dinero.
El problema de la cinta está en Gerardo Herrero que, como director, no quiere encasillarse, pero hace una puesta en escena bastante plana, sin emoción, falta de ritmo, en la que reitera los encuentros entre Eduardo y Raimundo sin que de ello surja ni una chispa de suspense.
Dentro de esta historia, que habla de la ambición y la falta de escrúpulos, que critica las reestructuraciones brutales de las grandes empresas, lo mejor es el trabajo de Miguel Ángel Solá en el papel del oscuro Conti, un ser enigmático, mefistofélico, sin conciencia, criminal, que tienta constantemente a un blando Eduardo que busca el ideal moderno de la felicidad sin hallarlo, absorbido por la esclavitud de su trabajo.
Una película contagiada de la rutina del protagonista que lo más que logra es entretener a un espectador poco exigente, ávido de que se le de una solución final satisfactoria que no llega.
El corredor nocturno -
by Francisco Casado López,
Mar 11, 2010
1 /
5 stars
Un Mefistófeles actual
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