Es frecuente que el cine norteamericano haga versiones de los éxitos que obtienen las películas europeas en sus respectivos países ya que por lo general no se suelen estrenar allí, salvo honrosas excepciones, pero lo que no lo es tanto es que un film francés tres años después tenga su versión italiana, y que en este caso, habiéndose estrenado la primera en España, lo haga también la segunda siendo la misma historia.
Betta y Sandro, profesor universitario muy adicto a Twitter, invitan a cenar a Paolo, hermano de Betta, a su esposa Simona y a Claudio, un amigo de la infancia de todos. La noche comienza tranquila y divertida, pero cuando Paolo les anuncia a los presentes que su mujer, Simona, ausente en ese momento al estar haciendo una entrevista en la radio con motivo de la publicación de su último libro, va a tener un bebé y el nombre de su futuro hijo será el de Benito (en la versión original era Adolph, por Hitler), que todos asocian a Mussolini, la reunión comienza a enrarecerse.
El hecho de llevar el mismo nombre que el dictador va a provocar un debate donde todos los presentes no van a dudar en sentirse ofendidos y heridos por ello. Viejos rencores y secretos van a salir a la luz, ya que las discusiones van a derivar a otras cuestiones más personales de las relaciones familiares de los presentes, incluso con algún ausente. Una cadena de bromas, equívocos, secretos, enfrentamientos, rencores, misterios desvelados y acusaciones, acaban enredando la velada.
Es una adaptación de la obra teatral francesa titulada Le prénom (El nombre), estrenada en 2010, de la que ya se hizo anteriormente la cinta de la misma nacionalidad El nombre (2012), dirigida por los propios autores, Alexandre de La Patellière y Matthieu Delaporte. Esta vez la historia es trasladada a la realidad social italiana, dirigida por Francesca Archibugi, que le da un ritmo aceptable, aireándola constantemente con algunos flashbacks, con el cambio a otras habitaciones, las intervenciones de los dos hijos del matrimonio y sus interrupciones con su juguete volador, un dron cuyas escenas son captadas en blanco y negro para diferenciarlas.
El film volvió a tener el mismo éxito que en el país de origen, y a diferencia de la otra versión resulta más corto a pesar de introducir a los niños, pero le quita el prólogo y el epílogo.
Esta nueva versión, con ligeras variantes con respecto a la anterior, actualiza un poco el tema, lo moderniza, con la cuestión de los móviles, Twitter, un helicóptero dron infantil que sobrevuela a los adultos, y saca buen partido del cuadro de actores, especialmente de Alessandro Gassman y Micaela Ramazzotti, por cuyo trabajo ganaron el Nastro d'Argento y sendas nominaciones a los premios David de Donatello.
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