Pelicula:

Justine Triet (Fécamp, 1978) es una directora y guionista francesa que empezó a hacer cine, con cortos y documentales, a mediados de la década cero de este siglo XXI, aunque su primer largometraje de ficción tendría que esperar casi un decenio. Sería La bataille de Solférino (2013), que fue bien acogida e incluso propició que, junto con otros cineastas galos coetáneos, formara, a juicio de la prestigiosa revista Cahiers du Cinema, una especie de movimiento o nueva ola de gente novísima del cine francés. Triet hizo después Los casos de Victoria (2016), dramedia más bien hiperrevolucionada, “velocidad” (por no decir defecto) en la que vuelve a incurrir en esta El reflejo de Sibyl.

París, en nuestros días: Sibyl es una psicoterapeuta que decide abandonar casi totalmente su profesión para volver al oficio de escribir, en el que se desempeñó años atrás, y que espera le vuelva a llenar como antes; su vida en ese momento es equilibrada, con su pareja y sus dos hijas; atrás han quedado tiempos más tormentosos, cuando tenía serios problemas con el alcohol y una relación más bien tóxica con un hombre más joven que ella. Pero aunque intenta dejar a todos sus pacientes, hay una, Margot, a la que tiene que aceptar dado el deplorable estado de desequilibrio psíquico que presenta. Pronto se da cuenta de que la historia de esta chica, embarazada de Igor, el actor con el que coprotagoniza una película, quien a su vez es el novio de la directora de ese film, es un material de primera mano para su novela, y aunque tiene algunos escrúpulos éticos, comienza a utilizarlo para ello...

Tiene El reflejo de Sibyl un comienzo la mar de entonado: la historia de esta psicóloga que quiere dejar su profesión pero sin embargo toma ilícitamente material de uno de sus casos como terapeuta tiene interés: la directora y guionista marca distintos niveles en la trama, de tal forma que la historia de Margot aparecerá en la novela de Sibyl, pero a su vez la psicoterapeuta influirá en las decisiones de la chica, con lo que ficción y realidad se entremezclaran hábilmente, en un muy atinado y sugerente juego de inteligencias.

Pero (siempre tiene que haber un pero...) a mitad de metraje Triet opta por cambiar el paso, el tono, incluso el tema, y lo que era la implicación poco ética de una psicoterapeuta en la vida de una paciente para utilizarla como material en su propio beneficio literario, vira a un drama en el que la chica generará una dependencia absoluta de su psicóloga, a la que arrastra al rodaje de la película, donde se producirán algunas de las escenas más ridículas que hemos visto en bastante tiempo, como aquella en la que Sibyl es encargada de dar la contraparte a Margot en una escena (hasta cantando...) en lugar de Igor, una escena que da vergüenza ajena, como alguna más que no destriparemos para no hacer “spoiler”.

Entonces Triet pierde el norte, y lo que era una convincente y estimulante dramedia con irisaciones psicológicas, que incidía también en el proceso creativo y cómo este podía influir en la vida real, se convierte en un dramón desaforado, con la prota iniciando un “descensus ad inferos” totalmente forzado y artificioso. Lástima, porque el comienzo prometía. Pero parece que era más fácil tirar por el camino trillado que por el que resultaba más intrincado y de difícil acceso.

Virginie Efira se está convirtiendo en uno de los rostros más interesantes de la interpretación francesa de este siglo, aunque Triet (ya lo hizo en Los casos de Victoria) tiende siempre a hacer que sobreactúe; la hemos vistos dirigida por otros cineastas y no tiene con ellos ese problema. Se ve que a esta directora le gustan los excesos actorales: de hecho, tanto Gaspard Ulliel como, sobre todo, Adèle Exarchopoulos, están muy, muy pasados de rosca en sus papeles.

(12-11-2019)


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El reflejo de Sibyl - by , Jan 10, 2020
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