Tiene el cine argentino una fecunda tradición de cine negro, a su manera, sin recoger los códigos de los cines por antonomasia del género, que son sin duda el norteamericano y el francés. El cine negro porteño tiene un regusto especial, como el propio acento argentino, tiene una suavidad casi musical, aunque de vez en cuando explota con una brutalidad atronadora. Es un cine negro también muy apegado al lugar: sólo podría suceder allá por Buenos Aires o las otras ciudades argénteas. Títulos como Carancho, Perdido por perdido, Tiempo de revancha o Últimos días de la víctima reflejan un cine negro que, además de apegado a la realidad porteña, tiene una preocupación social, un compromiso de denuncia contra el poder, que se constituye enseguida en una de sus referencias esenciales.
El secreto de sus ojos, tan merecido ganador del Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa, mezcla con sabiduría dos líneas argumentales que realmente son solo una: un funcionario judicial recién jubilado da en escribir una novela sobre un caso inconcluso que le persigue desde hace más de dos décadas; la reconstrucción de lo que pasó en aquel atroz caso de violación y asesinato, en el que el funcionario se implicó personalmente y a punto estuvo de costarle la vida, le permitirá además volver a frecuentar a su superiora jerárquica, de la que tal vez no tan secretamente lleva enamorado media vida.
Juan José Campanella demuestra pronto dos cosas: una, que generalmente sabe elegir buenos guiones (véase el caso de El hijo de la novia), y dos, que tiene buena mano para la puesta en escena y para la dirección de actores, aunque también que, sin buenos textos, su capacidad creativa se reduce considerablemente (ver Luna de Avellaneda). El filme consigue prender enseguida en la atención del espectador, cautivado por esta doble línea argumental, la primera y más evidente, la resolución, tantos años después, del flagrante caso criminal en cuya supuesta impunidad la dictadura videlista (et alii) tuvo tanto que ver, y la segunda y más sutil, casi invisible, que se va tejiendo entre los dos protagonistas, dos seres que se amaron en secreto sin atreverse a decírselo mutuamente.
Gran película, reconcilia con el cine negro, con el cine argentino, con los buenos intérpretes: Ricardo Darin confirma que es uno de los grandes de la actuación que ha dado la República Argentina, con visos de convertirse en el sucesor de colosos como Héctor Alterio o Federico Luppi; Soledad Villamil vuelve a enamorar a la cámara, una actriz que da lo mejor de sí en papeles en los que los sentimientos están a flor de piel.
El secreto de sus ojos -
by Enrique Colmena,
Jul 29, 2011
4 /
5 stars
Fecunda tradición negra
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