Pelicula:

CINE EN PLATAFORMAS


ESTRENO EN FILMIN


Xavier Legrand (Melun, 1979) es un actor, director y guionista francés. Como actor tiene una larga trayectoria sobre las tablas teatrales, habiendo interpretado obras de autores de todo tipo, desde clásicos de siempre como Shakespeare o Chéjov hasta clásicos modernos como Pinter. En cine y televisión su carrera como intérprete es bastante más corta, y como director se puede decir que todavía está iniciando una filmografía, con un corto, Antes de perderlo todo (2013), que consiguió el premio César en su formato; su primer largo, el impactante Custodia compartida (2017), que ganó 4 César, entre ellos el de Mejor Película; una serie, Todo va bien (2013), sobre familia disfuncional y enfermedad; y ahora este segundo largometraje, El sucesor, rodado a caballo entre París y Montreal.

Se puede decir que la línea temática que vincula prácticamente toda la filmografía de Legrand (salvo, quizá, la mentada serie) es la del maltrato a la mujer por parte del hombre, en diversas formas. También lo es en esta El sucesor, aunque lo sea de una forma más indirecta que en, sobre todo, sus anteriores corto y largo. Aquí la acción se desarrolla en nuestro tiempo, comenzando en París, donde asistimos al primer desfile de moda concebido y ejecutado por Ellias Barnès, afamado diseñador que ha tomado el relevo en la prestigiosa (y ficticia; quizá un trasunto de Valentino, con la que rima...) firma Corsino como director artístico. Es el sucesor, entonces, como remarca el título, aunque también lo será por otra razón: Ellias, que desde hace tiempo siente intermitentes dolores en el pecho, lo que le preocupa, es informado de la repentina muerte de su padre, que seguía viviendo en su natal Quebec, a donde Ellias tendrá que marchar para hacerse cargo de la herencia y de todos los requilorios habituales en estos casos, funeral incluido. Ellias hacía años que había cortado los lazos con su padre, por razones de las que no se informa en el film. Una vez en Quebec, Ellias toma posesión de la casa para proceder a sacar los muebles de la misma y ponerla en venta, pero allí se encontrará con algo que le cambiará, literalmente, la vida...

Tiene El sucesor tres partes bien definidas, que incluso podrían corresponderse con los tres tiempos o estadios clásicos de toda narración, planteamiento, nudo y desenlace. El primero, en el que podríamos hacer una analogía con aquel viejo film de José Luis García Sánchez, Hay que deshacer la casa (1986), por aquello de que Ellias habrá de afrontar los ciertamente engorrosos (y con frecuencia penosos, por la defunción del ser querido –aunque aquí muy querido no era precisamente...--) trámites de desbaratar una casa que hasta unos días antes había sido un hogar, es una etapa narrativa en la que apenas pasa nada, con la agente inmobiliaria que va a poner el inmueble en venta y el representante de la ONG que se encargará de vaciar la vivienda; una etapa narrativa que, lo diremos ya, nos parece la más endeble de las tres, alargada y que no aporta con su excesiva duración más de lo que podría haber hecho si se hubiera recortado en diez o quince minutos; el segundo tiempo se reviste de thriller, sobre el que no se debe contar nada para no incurrir en “spoiler”, un thriller con una sorpresa ciertamente mayúscula, aunque algunos de los indicios que se van conociendo cuando el protagonista explora la casa van aportando alguna idea de qué estamos hablando; el tercer tramo del film, por el contrario, se torna un drama cuasi existencial, incluso se emparenta con la tragedia griega, y ahí es donde brilla con todo su esplendor Legrand.

Porque ese tercer tramo, en el que Ellias, ya consciente del secreto que guardaba su padre, pero también de cómo su propia postura incoherente ante ello ha desembocado en una horrible tragedia, se enterará (y con él nosotros) de la verdadera naturaleza del crimen al que una serie de carambolas (y su estúpida actitud) ha conducido, sabrá de la realidad de los hechos, y con ello se sentirá el más desgraciado de los mortales: por la execrable conducta paterna, por sus propios hechos que abocaron a un terrible fin y, quizá por encima de todo, por la entregada, absoluta amistad del más íntimo amigo de su progenitor, quien, sin saberlo, a su vez era también víctima.

Esa dicotomía del ser humano, un ser capaz a la vez de lo mejor y de lo peor (Gandhi, Hitler, Teresa de Calcuta y Stalin fundidos en un único cuerpo), será a la postre el verdadero descubrimiento de este El sucesor, en el que nos enteraremos de hasta qué punto alguien puede ser ángel y diablo a la vez, dependiendo de lo que sepas de él, de lo que hayas vivido con él, de lo que sea para ti, más que un hermano, casi tú mismo desdoblado... aunque no sepas que ese gemelo tuyo, ese ser tan querido, esconde un terrible secreto que te hiere en lo más hondo...

Una inteligente (pen)última escena en la que el protagonista propiciará que, al menos, se levante el velo que hacía del cabrón casi un santo, no cierra en paz la historia, que supondrá para Ellias una implícita condena de por vida (por su actitud, por lo que heredó, por la losa infinita del crimen paterno y de su propia complicidad, en teoría no dolosa, en el mismo). Pero la película se cerrará realmente sobre la imagen del nuevo director artístico de Corsino, en una tablet, en una fotografía promocional, rodeado de bellas modelos vestidas de amarillo canario: un premeditado cierre en falso cuyo repentino apagamiento (teóricamente por haber transcurrido el tiempo en el que se mantienen encendidos los dispositivos electrónicos) quizá no sea un simple apagado automático, sino también profesional, vital: existencial.

Legrand, con tan pocos films en su haber como director, se ha convertido ya, formalmente, en un estilista: ya la primera secuencia, la de su primer desfile de modas en París, preanuncia su exquisito estilo, con largos travellings que siguen a las hieráticas modelos, con hermosos planos cenitales sobre un auditorio dispuesto en espiral, entre cuyos espectadores caminan enhiestas las jóvenes profesionales vestidas con espectaculares diseños; a lo largo del resto del film Legrand priorizará la narración al estilo, aunque de vez en cuando se permite algunos toques de clase, como la escena en la que vemos al protagonista en el sótano, visto desde lo alto de la escalera que da acceso al mismo, devastado ante lo que acaba de ocurrir: la escena, sin cambiar de plano, se irá transformando, en una elipsis temporal, viéndolo ahora a él mismo, ya más sereno, casi resignado al fatal destino, eliminando las pruebas de lo sucedido, en un salto en el tiempo de una extraordinaria delicadeza formal. Algunos detalles más de este jaez en la película dan idea de que Legrand, además de un cineasta que cuenta historias de interés, es también un estiloso, un autor al que, desde luego, no conviene perder la pista.

Buen trabajo interpretativo del protagonista absoluto, el actor québécois Marc-André Grondin, al que ya habíamos admirado en títulos anteriores tan interesantes como el film Los hambrientos (2017) y, sobre todo, la notabilísima serie Fragile (2019), un trabajo en el que juega con tino con dos registros diametralmente opuestos, el sobrio del hombre de éxito que ha llegado a la cima, y el desesperado cuando se da cuenta de la abyección paterna y cómo él mismo ha contribuido a un desenlace fatal.

(25-03-2023)


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112'

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El sucesor - by , Aug 16, 2024
3 / 5 stars
Una tablet que se apaga