Pelicula:

El wéstern clásico americano tiene grandes cimas, por supuesto, que están en la mente de todos, en especial algunos de los que rodaron gente genial como John Ford, Howard Hawks o Anthony Mann. Pero hay también otros films del Oeste menos afortunados que, sin ser malas películas, no tienen la altura de esas grandes obras del género. Ese es el caso de este El vengador sin piedad, horrible título español para el original The bravados, que podría traducirse algo así como “Los bravucones” o “Los valentones”; el título español suena más bien a aquella comedia surrealista de Forges, El bengador gusticiero y su pastelera madre (sic).


Henry King, su director, fue uno de los pioneros del cine norteamericano, empezando a dirigir durante la época silente, allá por 1915, manteniéndose en el oficio hasta 1962. No fue un director de gran talla, sino más bien un artesano aplicado que, es cierto, consiguió algunos títulos de cierto interés y repercusión popular, como Chicago, Tierra de audaces, La canción de Bernadette o Las nieves del Kilimanjaro. Pero en el wéstern nunca se desenvolvió demasiado bien. 


La historia se plantea como una clásica trama de venganza, un tema que en la década posterior, en Europa, haría furor en el subgénero del “espagueti-wéstern” que finiquitaría el wéstern clásico. Un hombre llega a un pueblo, llamado Río Arriba; es parado por uno de los ayudantes del sheriff: están esperando al verdugo que ha de ejecutar a un grupo de facinerosos ya juzgados y sentenciados; el hombre, Douglas, le dice que viene a ver la ejecución. Ante el sheriff, éste finalmente accede a que permanezca en el pueblo. Douglas se encuentra con una antigua pretendida por él, que se advierte está ahora realmente interesada por el hombre, aunque cuando éste le dice que se ha casado con una gran mujer, parece desinteresarse... Entre tanto, llega el (supuesto) verdugo, pero resulta ser otra persona...


Como decimos, estamos ante un wéstern a la vieja usanza pero no especialmente distinguido, sin que ello quiera decir que carezca de virtudes, que las tiene, como unos modos clásicos y una narración tradicional, sin aspavientos ni subrayados, apoyado en un guion del especialista Philip Yordan, que escribió libretos cinematográficos para gente tan buena como Joseph L. Mankiewicz, William Wyler, Nicholas Ray o Anthony Mann, entre otros. Es, por tanto, un western clásico de la época clásica, valga la casi redundancia, una película del Oeste austera, sin filigranas, de clásicas maneras, con un tema, la venganza, muy habitual en el género, si bien en este caso una vez consumada la misma aparecerá un factor muy importante (atención: ¡spoiler!): quizá los muertos, que están bien muertos, sin embargo no merecieran la muerte por lo que se creía que hicieron, aunque sí por otras muchas tropelías. 


Hay, es  cierto, un tono un poco beatón en el film, en una época, ya a finales de los cincuenta, con la eclosión de la nueva juventud (Elvis Presley, James Dean...) que llamaba atronadora y metafóricamente a la puerta de la sociedad yanqui, en la que ese tono empezaba a estar ya un tanto “demodé”. 


Es curioso porque la música de Lionel Newman recuerda un tanto la de Ben-Hur (1959), aunque la de Miklós Rozsá, el autor de la banda sonora del famoso “péplum”, es posterior. 


En la interpretación descuella, como era de prever, el gran Gregory Peck, en uno de esos héroes tranquilos pero con “trastienda” que él tan bien sabía hacer. Junto a él, Joan Collins, todavía lejos de convertirse en una especie de leyenda por el hecho de que los años pasen, pero no por ella (gracias, desde luego, a los buenos oficios de los cirujanos plásticos...), y varios secundarios de lujo, desde un Stephen Boyd que poco después hizo el papel de su vida, el Mesala de la mentada Ben-Hur, hasta unos duros de una pieza como fueron Lee Van Cleef y Henry Silva, que tuvieron posteriormente unas muy interesantes carreras, generalmente como villanos. 


(22-10-2023)


 


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98'

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El vengador sin piedad - by , Oct 22, 2023
2 / 5 stars
Un wéstern clásico pero menor