Pelicula: La filia que tiene el cine norteamericano por el cine de abogados sólo es comparable con la fobia que tiene el ciudadano medio hacia ese gremio (recuerden el chiste yanqui: "dile a mi madre que trabajo de pianista en un burdel, no le digas que soy abogado..."). Erin Brockovich es la enésima entrega de este cine plagado de laberínticos recovecos que sólo entienden los brujos de esa casta de juristas (¿no fue Shakespeare el que dijo aquello de "lo primero que hay que hacer es matar a todos los abogados"?), en este caso al parecer basado en una historia real, la de una mujer de armas tomar, en sentido sexual y también verbal, profana en leyes pero que consiguió trascender ese defecto (o virtud, según se vea) hasta conseguir poner de rodillas a una gran corporación por un sucio, inmoral asunto de salud pública.

Levemente crítica con las megaempresas, la película de Soderbergh (¡qué lejos ya aquella innovadora y sorprendente Sexo, mentiras y cintas de vídeo que lo reveló!) no va más allá del retrato de esta real hembra que llegó a ser una picapleitos sin carrera y consiguió su éxito gracias a la constancia y el tesón. El mismo tesón, todo hay que decirlo, de millones de personas en el mundo en su diario trabajo, sin que por ello nadie les dedique todo un filme, hasta con su nombre, que en Estados Unidos dirá mucho pero que en el resto del mundo nos resulta perfectamente desconocido.

Poco cine en esta Erin Brockovich; algún destello de montaje, algún detalle de cineasta de raza, diluido en un mar de lugares comunes. En este panorama, Julia Roberts impone los veinte "kilos" (en billetes de la Reserva Federal) que se ha llevado, aplanando incluso a un actor como Albert Finney, al que Roberts no le llega a la suela del zapato, pero que aquí ha de rendir pleitesía a la boca más grande del mundo. Vestida como para hacer Pretty woman (al parecer así lo hacía la biografiada), Roberts ha llegado al "status" de Stallone, Schwarzenegger o Mel Gibson, lo que no sé si es para ufanarse o para meterse debajo de la cama y echarse a llorar. En fin, una nadería demasiado larga, donde apenas si nos llega el auténtico drama de esas seiscientas y pico de familias cuya vida fue hecha cisco por una corporación sin escrúpulos.

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Duración

128'

Año de producción

Erin Brockovich - by , Jan 01, 2000
1 / 5 stars
Una picapleitos sin carrera