Esta es la cuarta entrega de la serie Los casos del departamento Q, de la policía danesa, que llega a las carteleras españolas tras pasar por el Festival de Cine de Sitges. Está basada en el correspondiente libro de Jussi Adler-Olsen de esta saga policiaca, que arranca con dos obreros de la construcción que hacen un sorprendente descubrimiento en un viejo y céntrico piso de la ciudad de Copenhague: detrás de una falsa pared se encuentran tres cadáveres momificados, asesinados hace décadas, sentados alrededor de una mesa de comedor, con un cuarto asiento libre. El caso acaba en manos del detective superintendente Carl Morck y su compañero Assad, que se encargarán de investigarlo y ponerlo en claro. Su objetivo será determinar la identidad de cada una de las momias y para quién estaba reservado el cuarto lugar libre.
Ambos unen sus esfuerzos para buscar al dueño del apartamento y acaban hallando los datos que les llevan a una reservada institución para chicas descarriadas en la isla de Sprogo, donde en los años 60 se realizaban experimentos médicos de esterilización a las mujeres para que no pudieran concebir, debido a la ideología neo-nazi acerca de la pureza de la raza, de los médicos que los practicaban. Aunque los horrores de Sprogo son un caso cerrado de la historia danesa, hay personas que afirman que los terribles experimentos han continuado hasta el día de hoy. Carl y Assad empezarán una investigación contrarreloj para frenar nuevos asesinatos.
Está dirigida por el danés Christoffer Boe, un realizador muy poco conocido por estas tierras, del que tan sólo se ha visto en España Todo irá bien (2010), siendo éste que comentamos el segundo en nuestras pantallas y primero de esta franquicia que realiza, a pesar de tener más de media docena de largometrajes y varias series de televisión en su haber. Con una narrativa clásica, sólida, que dosifica bien la acción, saca adelante este film de encargo, contando con el guionista Nikolaj Arcel, que ya había hecho los de los anteriores casos.
Esta saga ha convertido al escritor danés Jussi Adler-Olsen en una figura destacada de la novela negra nórdica contemporánea, en donde descubre la moral de la sociedad de su país.
En esta ocasión los protagonistas vuelven a ser los mismos que se enfrentan a otro suceso inquietante y oscuro que conmocionó a la opinión pública, cuya acción está basada en hechos reales que se sitúan en los años 80 y las pistas conducen a ese hospital donde se practicaron esterilizaciones a cientos de mujeres durante muchos años aprovechando para ello cuando acudían a abortar.
Como en las cintas anteriores, Misericordia (2013), Profanación (2014) y Redención (2016), producidas por Lars Von Trier, que tuvieron una gran éxito en Dinamarca y países nórdicos, los escenarios fríos y los personajes en situaciones complejas y sórdidas, vuelven a estar presentes en este episodio del género negro, uno más de esos casos que nadie había resuelto en su momento, que estaban olvidados.
Está interpretado por dos buenos actores, Nikolaj Lie Kaas y Fares Fares, que ya han hecho suyos estos personajes del cínico y huraño Carl Morck y de su asistente de origen árabe Assad, respectivamente, los dos detectives protagonistas, estando este último a punto de ser promocionado a otro puesto de la sección antifraude, aunque no desea dejar solo a su compañero, pero esta vez se verán ayudados eficazmente por Rose, la secretaria.
Es una película para los amantes del género policiaco y seguidores de esta saga de thrillers nórdicos en los que no se escatima la violencia al tiempo que hace una reflexión sobre el oscuro pasado político de Dinamarca.
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