Este filme entreverado de fantástico y aventuras se enmarca en el siempre fascinante paisaje de la mitología griega. Perseo, uno de los hijos mortales del padre de los dioses, Zeus, está enamorado de la bellísima Andrómeda. Pero para conseguir el amor de la hermosa hembra habrá de vencer una serie de pruebas, entre ellas la de matar a la horripilante Medusa, un ser de cuerpo de sirena y cabellos con forma de serpientes que con la sola proyección de su mirada convierte en piedra a cualquier humano que se le enfrente.
Furia de titanes es una muy entretenida versión mitológica de las leyendas que durante años se tejieron en la Hélade clásica, que han llegado a nuestros días como un inapreciable tesoro de originalidad e inventiva. El cine, lamentablemente, no ha bebido con la frecuencia deseada en este manantial inagotable de ingenio y maravillas.
El filme de Desmond Davis podría haber sido mejor de haber contado con un realizador más talentoso, pero incluso así es una obra de rara fascinación: tal es el peso específico de estos dioses y héroes que se comportan, al fin y al cabo, como los propios mortales.
A reseñar particularmente los espléndidos trucos y efectos especiales de Ray Harryhausen, mago de maquetas que no usaba de los adelantos electrónicos sino de la pura imaginación. Entre los intérpretes destaca Laurence Olivier, obviamente como Zeus, pero también un joven Harry Hamlin, auténtico protagonista del filme, que años después conocería la popularidad como el abogado protagonista de la serie televisiva La ley de Los Ángeles.
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