Pelicula:

Dani de la Orden (Barcelona, 1989) es un cineasta que se mueve generalmente en los terrenos de la comedia. Se dio a conocer con un díptico, Barcelona, noche de verano (2013) y Barcelona, noche de invierno (2015), que interesó bastante, con varias historias entrelazadas que buscaban ahondar, entre bromas y veras, en la complejidad de las relaciones de pareja. Después le siguieron un cierto fracaso comercial, El pregón (2016), a mayor gloria de sus estrellitas, Buenafuente y Berto, y un estruendoso éxito en taquilla, El mejor verano de mi vida (2018), número uno en recaudación del cine español de ese año, lo que le permitió acometer la tragicomedia Litus (2018), más próxima temática y estéticamente al anteriormente mentado díptico, pero cuyo sonoro castañazo económico parece que le ha devuelto a la senda de la comedia pura y dura, a veces con cierto tono de astracanada, como esta Hasta que la boda nos separe (2020) o la posterior Mamá o papá (2021), ambas, por cierto, “remakes” de sendos films extranjeros.

En concreto esta Hasta que la boda nos separe parte de la peli francesa La wedding planner (Jour J, 2017), de Reem Kherici, un relativo éxito (415 mil entradas vendidas en el país galo; fuente: allocine.fr), y cuyo pase por España se saldó con un sonoro fracaso comercial. Pues, inasequible al desaliento, De la Orden acometió el proyecto de adaptar el mismo tema a la sociedad española, nos tememos que sin demasiada suerte...

La historia se ambienta en nuestros días. Conocemos a Marina, que se dedica profesionalmente a organizar bodas, lo que en la jerga del gremio se conoce como “wedding planner”, una planificadora de bodas... En uno de esos himeneos conoce por azar a Carlos, con el que tras algunas copas se da un revolcón... Cuando la novia de Carlos, Alexia, encuentra en el bolsillo de la chaqueta de su novio una tarjeta de empresa de la “wedding planner”, lo interpreta como una declaración de matrimonio y accede rápidamente a ello...

Estamos ante la típica comedia de enredo que juega también con otras muchas variantes del género, desde el más evidente del romántico, con cierto picante, hasta otros menos glamurosos, como el humor marrón (aunque la cosa se queda en un amago, loados sean los cielos...), el humor rojo (que incluye sangre y muerte, en este caso de animal –obviamente trucado, estaría bueno...--), que no es precisamente la más exquisita de las comicidades, el humor de malos entendidos, tan (en el peor sentido) televisivo, el humor físico (con taponazo en la jeta, un elemental gag que se ve venir de lejos...), humor de fumetas (que es de lo más penco del género), e incluso la “screwball” o comedia excéntrica, pero a años luz de los clásicos de este fecundo venero de la comedia: recordar La fiera de mi niña o Historias de Filadelfia haría enrojecer de vergüenza ajena a los guionistas...

Quiere decirse que el material de partida (vale, demos por bueno que la culpa es de los libretistas franceses, dado que no hay muchas variaciones sobre el film galo original que se “remakea” aquí) no es excelso, y que, aunque el disparate suele formar parte intrínseca de la masa de la comedia, aquí todo es muy marciano, sin prácticamente anclaje alguno a la realidad; y no estamos en un film fantástico, lo que justificaría tal decisión argumental.

Hay, es cierto, una cierta sátira sobre la tontería de las “wedding planners”, las organizadoras de estos bodorrios en los que el personal suele querer pasar por quien no es, siendo frecuente que las familias se entrampen para “estar a la altura” y no quedar como unos pobretes... El hidalgo del Lazarillo, con sus migajas en la barba para parecer que ha comido, que sigue aflorando en la cultura española tantos siglos después... Pero el humor del film es siempre predecible, no sorprende nunca, podemos saber a ciencia cierta qué van a hacer los personajes antes de que estos lo hagan. Algunos gags, además, como el del capitán deprimido con el barco en medio de la tempestad, es muy endeble, no incitando mucho más que a la conmiseración hacia quien ha escrito la escena y le ha largado al pobre Salva Reina (el capitán del susodicho barco) semejante personaje.

El tema, por supuesto, es el miedo al compromiso pero también el miedo a decir que no y a dejarse llevar por la inercia, aunque no tengamos absolutamente ningún interés, sino todo lo contrario, en la dirección a la que los elementos, las circunstancias, también el azar, nos encaminan.

Un final bastante increíble, con todos peleándose entre sí, a grito pelado, en medio del mar, no ayuda precisamente a tener un buen concepto de esta comedia más bien olvidable, en la que Dani de la Orden no parece haber tenido demasiado interés, limitándose a una realización convencional, correcta, escasamente creativa.

Bien Belén Cuesta, una actriz que en la comedia (también en el drama, por supuesto, pero lo practica menos...) resulta extraordinariamente creíble, incluso en personajes como el que le ha tocado aquí, al que los guionistas manejan arbitrariamente en función a sus intereses y no a los de una mínima lógica. Álex García nos parece inferior, siempre con una sensación de pagafantas (a pesar de que su “carrocería” no va por ahí, ni mucho menos...) que no creemos convenga demasiado al rol. Del resto nos quedaríamos con el siempre segurísimo Antonio Dechent, que hace bien lo que le echen, y también con Jordi Sánchez, con un personaje corto, casi un cameo, pero que resulta de lo más divertido del film.

(19-05-2022)


 


Hasta que la boda nos separe - by , May 19, 2022
1 / 5 stars
Comedia de enredo con variantes poco exquisitas