El cine de zombies, subgénero del terror, sigue creciendo. Ahora es esta adaptación del manga homónimo original de Kengo Hanazawa, publicado en 2009, y que en 2015 es llevado a la gran pantalla por Shinsuke Sato, realizador que tiene ya tras de sí una larga filmografía como director y guionista, además de ser diseñador de vídeojuegos.
I am a hero plantea su historia en clave moderadamente paródica: nuestro protagonista es un mediocre dibujante de historias manga, cuya novia, harta de los sueños incumplidos de su pareja, lo echa un día de casa; cuando posteriormente el chico vuelve a instancias de la joven, se la encuentra convertida en un monstruo que quiere morderlo, quizá comérselo. El hombre escapa por los pelos, pero se encuentra con que una especie de apocalipsis zombi se ha desatado sobre la ciudad…
El filme de Sato tiene, como decimos, una clave de cierto tono paródico: aquí el supuesto héroe del título lo es en tanto que Hideo, nombre del susodicho, resulta sonar similar al inglés “hero”, con lo que el sarcasmo está servido, pues el protagonista tiene más miedo que siete viejas y está muy lejos de los cánones que la literatura y el cine establecen para el héroe. Pero tampoco esa clave autoparódica resulta especialmente interesante, sobre todo cuando nos percatamos de que, aparte de ser un tipo normal y corriente, sin especial aliento heroico (vaya, cualquiera de nosotros), resulta ser también campeón mundial de la estupidez humana. Es difícil encontrar un tipo con menos sangre en las venas, más idiota, más carajote que este aspirante a triunfador en el manga que termina siendo un héroe a su pesar, un héroe manga por hombro (perdón por el juego de palabras: no me he podido resistir).
Pero aunque Sato tiene, evidentemente, muchas tablas como director, y la puesta en escena está razonablemente conseguida, la acumulación de escenas de enfrentamientos con zombies termina cansando, no digamos ya la penúltima en la que el exceso lo desborda todo. En contra de lo que ocurría con la también asiática (surcoreana en este caso) Train to Busan, donde las escenas de luchas con los muertos vivientes estaban muy bien dosificadas y, a pesar de ser abundantes, no cansaban, sino que procedían con un “crescendo” casi insoportable, aquí las batallas con los zombies fatigan de puro repetitivas. Tampoco es que Sato esté brillante en el ritmo narrativo, y la estulticia de su protagonista tampoco ayuda. Por supuesto, I am a hero no pretende ser tomada en serio, sino que intenta jugar las bazas del humor negro, pero tampoco en esa faceta está especialmente afortunada, pues el espectador difícilmente esboza ni una media sonrisa.
Así las cosas, esta versión al cine del popular manga nipón no es ni chicha ni limoná, da escenas gore a espuertas pero no aporta nada nuevo al ya anchuroso océano zombi, un fenómeno dentro del género de terror que estamos cultivando tanto que terminaremos haciéndolo real…
Nada destacable en los intérpretes, ninguno de los cuales aparenta especiales dotes como actores o actrices. El protagonista, Yô Ôizumi, bastante hace con poner cara de pasmo en casi todas las escenas en las que interviene, y poco más.
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