Es reconfortante que, a pesar de los pesares, aún conservemos capacidad para sorprendernos; he aquí un filme que teóricamente no tiene más miras que llenar las salas de adolescentes ávidos de aventuras y acción, y que sin embargo contiene suficientes dosis de buen cine como para prestarle una atención que, en otras condiciones, nunca despertaría. Infierno blanco es un filme de aventuras que remite, de alguna forma, a algunos de los clásicos del cine en paisajes helados o cuasi helados, desde Las aventuras de Jeremiah Johnson, de Sydney Pollack, a Deliverance, de John Boorman. Pero es que mentar como inspiradores los nombres fundamentales del género literario, llámense Jack London o Joseph Conrad, no es ningún disparate.
Un hombre devastado por una tragedia familiar, olvidado del mundo en un perdido lugar de Alaska, donde ejerce de cazador de lobos al servicio de la empresa explotadora de turno, sufre, junto a otros compañeros, un accidente de avión que le deja en medio de la nada, en un desierto de nieve, donde el pequeño grupo de supervivientes habrá de intentar escapar de las fauces de una manada de lobos que les acosa.
Pero esta anécdota argumental, que juega por supuesto con los habituales clichés del género, desde los personajes “bigger than life” que se sobreponen a la adversidad y luchan con la entereza de un Rocky por salir adelante, hasta los personajes negativos de una pieza, siempre dispuestos a entorpecer con su fanfarronería y su nihilismo, sin embargo está dado con una inusual plasmación cinematográfica en un tono de recogimiento, donde brilla la desolación del protagonista, su íntima tragedia interior, pero también la de un puñado de desechos humanos arrojados al fin del mundo, a un trabajo infame y a luchar por sus desesperadas vidas.
Un filme, este Infierno blanco, realmente curioso; no estamos diciendo que sea una obra maestra, pero sí que tiene interés más allá del mero entretenimiento. Los excursos del protagonista recordando aquellos momentos inolvidables junto a su amor, en el recoleto universo cerrado y cálido bajo las sábanas; la sangre que mana de uno de los agonizantes, y que empapa, desde dentro, la nieve; ese final, un pequeño prodigio de elipsis, totalmente contraria a la necesidad del género de mostrar con todo lujo de detalles los crudelísimos resultados de un ataque lobuno…
De Joe Carnahan, el responsable último de este acierto (no sólo dirige, sino que también coescribe el guión), no esperábamos más bien nada, teniendo en cuenta que su anterior filme era la más bien marciana adaptación al cine de la serie televisiva de los ochenta El Equipo A. Pero está visto que este cineasta tiene bastante más cine en las mientes que lo que aquel trabajo alimenticio parecía mostrar.
No todo está perdido, entonces, si aún entre los directores comerciales hay gente con el suficiente talento (y le dejan ponerlo en práctica, además) para que cualquier película meramente industrial contenga perlas de buen cine como ésta, para que cualquier filme con intenciones recaudatorias, además, presente un tono desolado, sobrecogido, como éste.
Infierno blanco -
by Enrique Colmena,
Feb 21, 2012
3 /
5 stars
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