Pelicula:

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Taika Waititi, a la chita callando, está consiguiendo un lugar preeminente en la industria cinematográfica de nuestros días. Neozelandés (Wellington, 1975), se ha movido desde su juventud en los terrenos de la comedia, que él trufa de elementos un tanto estrafalarios. A la manera de la gente del cine de nuestro tiempo, es polifacético: inicialmente actor, también se ha desempeñado posteriormente como guionista, director y productor. Como director ha hecho seis largometrajes, además de varios cortos y series de televisión. En sus largos llamó la atención con Lo que hacemos en las sombras (2014), una curiosa comedia tirando a extravagante con vampiros urbanos de por medio y lo difícil que es para los “no-muertos” vivir en el siglo XXI. Curiosamente, Disney lo fichó para un “blockbuster” de Marvel, Thor: Ragnarok (2017), de la serie de Los Vengadores, que él trufó de un humor sardónico y que recaudó en todo el mundo más de 800 millones de dólares, así que en la Casa del Ratón, y, en general, en Hollywood, debieron quedar contentos con él y le han financiado esta más bien estrafalaria (como casi todo lo que hace Waititi cuando rueda suelto de manos, como es el caso) Jojo Rabbit, la adaptación al cine de la novela Caging Skies, de Christine Leunens.

La acción se desarrolla en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis ya están perdiendo la contienda. En ese contexto, en Berlín, un niño de diez años, Johannes, al que todos llaman por el diminutivo Jojo, es miembro de las Juventudes Hitlerianas, y está muy convencido del ideario del Tercer Reich: viste siempre su uniforme y profesa un odio absoluto hacia los judíos, siguiendo las enseñanzas de sus mentores nacionalsocialistas. Su padre, supuestamente, está luchando en el frente por la victoria de Alemania, y su madre, Rosie, cuida de él; cierto día, Jojo se encuentra en el desván de su casa con una chica mayor que él, que resulta ser... una judía que ha escondido allí su progenitora...

Jojo Rabbit comienza como un sainete cómico, una parodia del nazismo, del que por supuesto hay mucho de lo que cachondearse, si no fuera por los estragos, por las hecatombes sin nombre que propiciaron. En ese sentido, nada que objetar: ya sabemos que todo es susceptible de tratarse con humor. Otra cosa será que lo que se nos cuente nos interese más o menos, y lo cierto es que, al menos en su primera parte, la película de Waititi es más bien tirando a sosita, con su niño hipernazi rubito y cabrón, su amigo invisible, que resulta ser el propio Hitler, la mamá que está pero no está (no queda explicado como ese niño vive prácticamente solo, y la madre solo aparece muy de vez en cuando...), y la chica judía, que por supuesto actuará como catalizador en el derrumbe de las mentiras que un régimen oprobioso inoculaba entre sus infantes.

Menos mal que, poco a poco, conforme avanza la historia con la joven judía y el niño nazi, el film crece en interés, comienza incluso el suspense (la visita del grupo de la Gestapo a la casa del chico produce algún que otro escalofrío...) y el final, inevitablemente trágico, termina por reconciliarnos con una película que va de menos a más, afortunadamente, y que acaba siendo una nueva aportación a la ubérrima filmografía sobre el nazismo, en concreto en su vertiente humorística, que no es tan numerosa pero que nos parece bien que vaya aumentando: lo cierto es que es difícil no ver, con la perspectiva del tiempo, lo ridículos que eran esos tipos con sus uniformes, sus saludos estúpidos, sus mentiras que se caían por su propio peso, su infantilismo militarista. El hecho de que semejante panda de retrasados mentales pudiera llegar a dirigir un país del peso específico de Alemania es un misterio ciertamente insondable.

Película irregular, entonces, Jojo Rabbit vale lo que su mensaje, nítidamente contrario a ese sentimiento del odio, el “hate” de las redes, lamentablemente tan en boga, y una apuesta por la amistad y el encuentro entre diferentes. No debería ser necesario, a estas alturas, este tipo de propuestas, pero me temo que es más preciso que nunca.

Waititi no es un estilista, ni seguramente se le pide. Pone en escena con funcionalidad, sin aspavientos ni subrayados, contando su propio guion sin tampoco adornarse, lo que en el fondo es de agradecer. La película ha gustado, en general, y además ha conseguido seis nominaciones al Oscar, entre ellos al de Mejor Película y Mejor Actriz de Reparto. Lo cierto es que sorprende esa nominación para Scarlett Johansson, sin duda buena actriz, pero que aquí tampoco tiene ni mucho papel ni mucho lucimiento: está claro que Hollywood está loco por darle un Oscar a la neoyorquina, porque también la han nominado como Actriz Protagonista por Historia de un matrimonio (2019). Nos  ha gustado mucho el pequeño protagonista, Roman Griffin Davis, hijo de una pareja de la farándula, lo que siempre ayuda; tiene el jovencísimo Roman una frescura y una naturalidad que, si no se tuerce, puede darnos muchas horas de buen cine. Del resto me quedo con un Waititi que interpreta al amigo invisible del niño nazi, un Hitler de mentirijillas, al que el neozelandés pinta con tonos sarcásticos, un payaso con bigotillo, un petimetre que terminará desapareciendo de la vida del niño conforme se vaya produciendo su desnazificación, propiciada, ¡oh, prodigio!, por una niña judía que resulta que no tenía ni cuernos ni rabo, con una liberación de su odioso ideario que el director presenta como una metáfora: el niño que no sabía atarse los cordones de los zapatos, conseguirá hacerlo solo cuando se desembarace de la pesada carga de una ideología abyecta.

(22-01-2020)


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108'

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Jojo Rabbit - by , Jun 19, 2020
2 / 5 stars
Los cordones atados de los zapatos