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Arabia Saudí, como país, tiene censados en la IMDb (la base de datos por excelencia de cine y televisión), hasta 2017, un total de 148 productos audiovisuales, lo que viene a decir que es un país irrelevante desde el punto de vista de la producción cinematográfica y televisiva. Por supuesto, no es problema de recursos económicos, más que sobrados en el país de los petrodólares, sino de la fundamentalista visión wahabista del Corán, tan rigurosa que lamina cualquier tipo de entretenimiento que se repute occidental y, por tanto, pecaminoso: cine, televisión, teatro, música, literatura (salvo el Corán, claro…).

Así las cosas, que se haya podido hacer, con producción saudí (además de intervenir también varias democracias occidentales, de Holanda a Estados Unidos, pasando por Alemania, pero también países islámicos con distinto nivel democrático, desde la monarquía constitucional de Jordania a la satrapía integrista de los Emiratos Árabes Unidos), un filme como este, que evoca con claridad el deseo de libertad de la mujer árabe, colinda con el milagro. Cinco años afirma la directora y guionista Haifaa Al-Mansour que le costó poner en pie el proyecto, tiempo en el que tuvo que lidiar no sólo con problemas de financiación, sino también con la obtención de los complicados permisos que debían conceder unas autoridades para las que, a buen seguro, aquello del rodaje les parecería poco menos que un invento del demonio. A tal punto de surrealismo se llegó que, en las escenas rodadas en las calles de Ryad, la capital saudí, la directora se vio obligada a dirigir desde una furgoneta, ayudándose de walki-talkis.

Arabia Saudí, en el siglo XXI: una niña de once años, de natural más bien rebelde, decide buscar la forma de comprarse una bicicleta para competir con un amigo de su misma edad, ambos vecinos. Pero tal actividad no es bien vista por el régimen, ni por los maestros, ni en general por la sociedad, considerándose que no casa con la dignidad de la mujer (como si una cosa tuviera que ver con la otra…). Así las cosas, la pequeña habrá de conseguir dinero para ello, e incluso se presta a competir en un concurso de preguntas sobre el Corán, a pesar de que no le interesa en absoluto, para obtener el premio en metálico que le permitiría hacerse con el vehículo de dos ruedas.

La bicicleta verde, sin ser una gran película, que no lo es, sí es cierto que tiene valor por sí misma, por el mero hecho de existir. Que en un país tan aberrantemente machista como Arabia Saudí, donde la mujer vale menos que cero, se haya podido hacer un filme que, muy sutilmente, apuesta por abrir puertas de libertad a las féminas, ya es todo un logro. Otra cosa es que cinematográficamente hablando sea un tanto morosa y reiterativa, pero el mensaje llega prístinamente y, ciertamente, ha abierto un camino interesante. De hecho, desde el rodaje de La bicicleta verde el ritmo de los rodajes en el país se ha incrementado sustancialmente, así que se puede decir que el filme de Al-Mansour, que además fue la primera mujer directora de largometrajes de nacionalidad saudí, ha roto corsés impensables hasta hace poco. Queda mucho, muchísimo camino por recorrer, pero para empezar a caminar hay que dar un primer paso: este puede serlo.

La jovencísima Waad Mohammed, en su primera interpretación, resulta fresca y agradecida, como suele ocurrir con los actores y actrices no profesionales. Entre los que sí tienen ya una carrera detrás nos quedamos con Ahd, toda una profesional con una ya apreciable carrera, aunque desarrollada lógicamente en su mayor parte en el extranjero, en Estados Unidos y otros países, dada la alergia al audiovisual que tienen los tropecientos príncipes que gobiernan (por decir algo…) el reino alauita.


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98'

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La bicicleta verde - by , Jul 18, 2018
2 / 5 stars
Metáfora de la libertad