Pelicula:

La séptima película de la serie cinematográfica Misión imposible, escindida en dos partes (al menos han tenido la honestidad de decirlo desde el título, no como It, Dune y Fast & Furious X...), continuadora de la histórica, mítica y deliciosa serie televisiva homónima de los años sesenta, creada por Bruce Geller, se reputa, o al menos así se ha anunciado, la última aventura del agente Ethan Hunt, quizá teniendo en cuenta que Tom Cruise, que lo encarna en la gran pantalla desde la primera entrega (Mission: imposible. 1996) tiene ya seis décadas encima y los años no pasan en balde, aunque el bueno de Tom, así a primera vista, no aparente más de cuarenta primaveras (lo que hace la medicina estética,  tanto regenerando como reparando...).

La historia comienza, en nuestro tiempo, en un submarino ruso en el que se prueba un nuevo y prodigioso artefacto cibernético, que se pone en funcionamiento con una doble llave cruciforme, un artilugio sin embargo analógico que permite a la nave pasar desapercibida para los sofisticados sistemas de radar y sonar de nuestro siglo. Pero cuando aparece un submarino enemigo en pantalla y le lanza un torpedo, todo se precipita, y los rusos terminan siendo comida para los peces del Polo, donde se encuentran... Por otro lado, el agente Ethan Hunt, del FMI (no el Fondo Monetario Internacional, sino la Fuerza Misión Imposible, que no es lo mismo, aunque a veces pudiera parecerlo...), recibe la encomienda de encontrar esa doble llave cruciforme, una de las cuales la tiene en su poder su amiga Ilsa, a cuya cabeza se ha puesto precio y los cazarrecompensas de  medio mundo andan tras ella. Tras encontrarse con Ilsa después de una considerable balacera en medio de una tormenta de arena en el desierto de Arabia (el momento y el sitio más apropiado para ponerse a pegar tiros...), Hunt se infiltra en una reunión de altos vuelos en Washington, donde los responsables de la seguridad nacional USA ponen al día al máximo dirigente del gobierno en esta área sobre la amenaza, pero también la oportunidad, que supone el artefacto a cuyo código fuente se accede con la dichosa llave cruciforme, de tal forma que quien posea ese preciado adminículo podrá, hipotéticamente, controlar el poder de la llamada Entidad, un organismo de Inteligencia Artificial que ha evolucionado por sí mismo y es prácticamente omnisciente y en buena medida omnipotente...

Esta primera parte de Sentencia Mortal (probablemente también la segunda, aunque habrá que verla en su momento cuando se estrene) comparte con los anteriores segmentos de la serie cinematográfica prácticamente todas sus características: complejas, por no decir retorcidas intrigas de espionaje; brutales y cada vez más espectaculares e inverosímiles escenas de acción;  relaciones personales de un cierto calado entre los miembros del equipo y sus socios; por supuesto, aparecen también algunas de las señas de identidad más queridas de la serie, procedentes de la clásica franquicia televisiva, como esas sofisticadas máscaras artificiales que permiten a los espías del FMI hacerse pasar por otras personas.

Dicho todo lo cual, lo cierto es que nos parece que esta primera parte de la séptima entrega de la serie cinematográfica adolece de un problema que cada vez se está viendo más en los últimos tiempos, la falta de medida en las escenas de acción. Todo en esta vida debe durar lo justo y necesario, no más (ni menos, claro...); todo lo que exceda de esto, será superfluo. Pues en esta que podríamos llamar coloquial y cinéfilamente “Misión Imposible 7 y Medio” nos parece que las escenas de acción están estiradas “ad nauseam”, hasta conseguir justamente el efecto contrario al pretendido, que tanta adrenalina generada en el espectador termine por amortiguarse, por perderse, al tensarse demasiado la cuerda que requeriría una mensura más razonable. Esto mismo lo hemos visto recientemente en Fast & Furious X y en Indiana Jones y el Dial del Destino, películas con formidables escenas de acción que duraban más de lo aconsejable, haciendo que el público termine por aburrirse de estar siempre (figuradamente) con el agua al cuello, siempre a punto de “espicharla” los protagonistas, pero siempre saliendo con bien de cualquier situación por imposible (ya que estamos...) que fuera.

Demasiada adrenalina, entonces, y también demasiado recurso al “deus ex machina”, también conocido más sandungueramente como “efecto Séptimo de Caballería” (ya saben, “estamos perdidos...”, y entonces aparecen los salvadores en el último momento...). Nos parece que en este caso el responsable de esta falta de medida no es una persona en concreto, o por mejor decir, la responsabilidad de ello recae en que NO está una persona en concreto: y es que J.J. Abrams, director de algunas de las anteriores entregas de la saga fílmica, y coproductor de la franquicia hasta el anterior segmento, Fallout, aquí no participa de ninguna manera, y somos de la opinión de que, con Abrams dentro del proyecto, las escenas de acción habrían tenido su justa medida, porque J.J. nos ha demostrado ya en films anteriores, dirigidos y/o producidos por él, que es un tipo con la cabeza en su sitio que sabe cuándo hay que parar para no hacer que el espectador desconecte.

Consecuentemente, las dos pelis de acción antes citadas han tenido una carrera comercial lejos de lo que se esperaba; habrá que ver cómo le va a lo nuevo de Cruise, aunque es cierto que el actor tiene tirón de por sí, como ya demostró con la secuela Top Gun: Maverick, el gran éxito comercial del cine yanqui del 2022, que salvó, casi literalmente, a Hollywood.

Por lo demás, en la película hay todo lo que se le pide a una nueva entrega de Misión Imposible, y eso está bien, porque aquí no caben excentricidades o miradas de autor, sino una continuación plausible, coherente, de lo que inició Bruce Geller hace más de medio siglo, con las claves, los iconos y las referencias que ya son consustanciales a la franquicia cinematográfica como heredera de la televisiva. En cuanto a las escenas de acción, es difícil quedarse con alguna de ellas, porque todas son de una espectacularidad que deja sin aliento; eso sí, no se puede decir que sean especialmente originales, porque persecuciones en coche y/o moto por las calles de Roma (o de París, o de Nueva York) las hemos visto a puñados, y no digamos la lucha en el techo de un tren. Hablando de trenes, la escena en la que Cruise y Atwell prácticamente van escalando por el interior de los vagones que se van cayendo al vacío, entra en el terreno no ya de lo inverosímil (que todavía podemos llegar a creérnoslo, crédulos que somos), sino directamente de lo imposible (por eso será lo de Misión “imposible”, claro...).

Robusto producto industrial, ciertamente entretenido sin enredarse en materias especialmente dramáticas, Sentencia mortal nos parece algo inferior a los anteriores capítulos de la franquicia, y ello mayormente por esa tensión excesiva que no se ha sabido medir en las escenas de acción. Tampoco la duración, dos horas y casi tres cuartos, parece la más adecuada para un producto de este tipo. Christopher McQuarrie se confirma como el actual director “de cámara” (si vale la expresión) de Cruise, habiéndole dirigido (bueno, es un decir: aquí el que corta el bacalao, por supuesto, el que tiene la última palabra, es el poderoso Tom...) ya en cuatro ocasiones, habiendo escrito o coescrito el guion de ocho de las películas del astro. Lo cierto es que, a nuestro entender, McQuarrie es un cineasta profesional, aunque no especialmente exquisito. Su trabajo se puede considerar como correcto, sin alharacas.

En la interpretación, Cruise tiene ya muy interiorizado el personaje de Ethan Hunt y lo defiende con soltura y sin problemas. De ellas nos gustan las dos actrices principales, Hayley Atwell y Rebecca Ferguson, seguras y solventes en sus personajes, pero también la antagonista Vanessa Kirby, cuyo rol de Viuda Blanca nos parece muy interesante. Menos bueno nos parece el villano, un Esai Morales al que uno no le ve lado oscuro, lo que debería tener, y de qué forma, un personaje como el que compone, un tipo que goza infligiendo dolor a su prójimo, un dolor no necesariamente físico, sino moral, seguramente mucho más atroz que el otro.
 
(21-07-2023)


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Misión imposible. Sentencia mortal. Parte Uno - by , Jul 21, 2023
2 / 5 stars
Demasiada adrenalina