Robert Guediguian es conocido en España fundamentalmente a partir del éxito de "Marius y Jeanette", un melodrama proletario que lo presentó como una especie de Ken Loach a la francesa, que sitúa sus historias siempre en el barrio obrero L?Estache, de Marsella (algo así como Vallecas en Madrid o Bellavista en Sevilla, para hacernos una idea). Después de aquel primer aldabonazo nos ha llegado con cierta regularidad su cine, si bien últimamente parecía más conformista de lo habitual (véase "De todo corazón", tan bienintencionada como fallida). Con esta "La ciudad está tranquila" recupera el pulso perdido en anteriores empeños, en los que parecía que el éxito le había adormecido, y nos cuenta una (de nuevo) tremebunda historia de desolación y marginación, ahora con madre de hija yonqui con bebé de pocos meses y marido parado y arrojado en brazos de la ultraderecha. La mujer, más allá de todo aguante, habrá de ser el sostén económico de la familia, atender a la pequeña y también a la madre de ésta, hundida en un infierno de prostitución y droga.
Es curioso que, si sus anteriores filmes resultaban más reconfortantes, ahora Guediguian (con el concurso inestimable de su musa y mujer, Ariana Ascaride, que puede considerarse con toda justicia como coautora de toda su filmografía) haya optado justamente por lo contrario: al inmigrante que quiere salirse del rol del delincuente lo matan, los jóvenes amantes de otra época certifican su amargura y su desaparición incluso física, los obreros en paro votan a la extrema derecha, el proletariado se encenaga en una espiral de degradación... Pintan bastos, viene a decir el combativo cineasta francés de origen armenio; soplan vientos de colera en esta sociedad a caballo entre dos siglos, que ha perdido su modelo dual de sociedad (capitalismo versus socialismo) para encontrar uno, el de la globalización, que aún carece de su adecuado contrapeso. Mientras ello (o el Fin del Mundo, lo que suceda antes) llega, sólo queda la parafernalia vacía de una clase trabajadora que ha perdido sus referentes, como esa "La Internacional" que canta en cuatro idiomas el esquirol reciclado en autónomo del taxi, también él abocado a un callejón sin salida.
La ciudad está tranquila -
by Enrique Colmena,
Jun 19, 2001
3 /
5 stars
Espiral de degradación
Uso de cookies
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.