Pelicula:

Yorgos Lanthimos es, a qué dudarlo, el más famoso director griego de nuestro tiempo, las primeras décadas del siglo XXI. Pasó el tiempo ya de Mihalis Kakogiannis, o lo que es lo mismo, Michael Cacoyannis, que fue el cineasta heleno de referencia en los años sesenta y setenta, y de Theo Angelopoulos, que fue la figura del cine griego en los ochenta y noventa. Lanthimos, a partir de su llamativa Canino (2009), se fue haciendo un nombre, primero con Alps (2011), otra percutante, provocativa historia, para dar el salto al cine internacional a partir de Langosta (2015), historia esquinada y rara donde las haya, en la que ya incluso contó con financiación norteamericana y estrellas de Hollywood como Colin Farrell, que repetiría en su siguiente film, El sacrificio de un ciervo sagrado (2017), para nuestro gusto su mejor película, una desasosegante historia que mezclaba modernidad con mitos helénicos.

El cine de Lanthimos se ha caracterizado hasta ahora por su evidente intención de no pasar desapercibido: en Canino ponía en imágenes a un personaje destrozándose los colmillos, en Alps provocaba con un grupo que se “alquilaba” para sustituir a seres queridos muertos, en Langosta imaginaba una sociedad en la que los ciudadanos han de estar emparejados, so pena de convertirse en animales (sic), y en El sacrificio... el tema era la espiral de violencia a la que conducía la perentoriedad de inmolar a un ser querido para resarcir una pérdida similar en otra familia.

Pero lo curioso es que esta La favorita, en principio, no parece una película de Lanthimos, lo que no sé si debe considerarse como una virtud o un defecto. En principio nos inclinamos por esta última opción, porque lo cierto es que el film podría haber sido rodado por algunos de los excelentes profesionales de la BBC; y es que La favorita es, o así nos parece, muy académica, lo que no casa con el carácter rupturista, con el imaginario libertario de su director, una de las miradas que, aunque podrá gustar más o menos, se ha hecho un hueco en el cinema de estas primeras décadas del siglo XXI.

Inglaterra, a principios del siglo XVIII. Reina sobre el país, junto con Escocia e Irlanda, la reina Ana Estuardo; su favorita, tanto en el gobierno como (de forma clandestina) en la cama es Lady Sarah Marlborough, que regenta en la práctica el reino con el beneplácito de la soberana. A la corte llega Abigail, prima de Sarah, que fuera dama pero cuya mala suerte familiar ha reducido a la condición de plebeya, solicitando un puesto de trabajo en palacio, siendo destinada a la cocina. Pronto Abigail será ascendida a doncella de cámara de Sarah. Desde ahí, la ambiciosa prima, con suma astucia, comenzará a ganarse el favor de la monarca y a deteriorar el crédito de su pariente...

La historia que se nos narra es, en esencia, verídica: los tres personajes históricos citados (y otros, como los que fueron primeros ministros lord Godolphin y lord Harley, conservador y liberal, respectivamente) existieron, aunque es obvio que algunas de las actitudes que mantuvieron (cfr. la relación lésbica entre la monarca y sus dos favoritas) no son históricas aunque en su momento hubo rumores en ese sentido. Parece que a Lanthimos le ha interesado especialmente ese microcosmos de las intrigas palaciegas en las que se sumerge Abigail para “destronar” (por así decirlo) a su prima del favor de la reina, y con ello erigirse ella en la nueva mandamás del entonces ya Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda (lo de “del Norte” sería mucho después...).

Esas maniobras palaciegas en las que la joven doncella se mueve como pez en el agua, y en las que tendrá que vérselas con una rival temible, constituyen el meollo de esta historia que, como decimos, se nos antoja en exceso académica, pulquérrima en la ambientación, exquisita en la reproducción de las formas palaciegas (aunque algún baile más parece un rock and roll que un madrigal...). Así las cosas, Lanthimos parece haberse quedado, en lo rupturista, solo en la forma de filmar, con gran frecuencia a base de lentes de amplísimo espectro, como grandes angulares e incluso algún que otro ojo de pez, lo que confiere al film un aspecto de lo más extraño; además, el cineasta griego gusta de subrayar este peculiar recurso cinematográfico haciendo rápidas panorámicas o fugaces barridos que sin duda impactan en el espectador, no acostumbrado a que entre tanto canesú, entre tanto pelucón, entre tanto rostro empolvado como si no hubiera un mañana, el que está detrás de la cámara lo zarandeara con objetivos inusuales, con encuadres poco frecuentes, con miradas dislocadas. Estamos, seguramente, ante un recurso que busca presentarnos la historia como lo que es, una realidad deformada, pues es evidente que muchas de las cosas que se nos cuentan posiblemente solo han existido en la imaginación de los guionistas, Deborah Davis (que hace con este su primer libreto para un producto audiovisual) y Tony McNamara (con amplia experiencia en esta tarea para series y miniseries televisivas).

Así las cosas, La favorita queda como una aseada historia de la Historia, valga el pleonasmo, pero ciertamente se nos queda algo corta con respecto a lo que esperábamos de Lanthimos. Y no es que sea mala película, que no lo es; de hecho, se siguen con interés las andanzas de este trío de damas que, ciertamente, se anticiparon a su tiempo y mandaron, con sus astucias y añagazas, en un reino cuya gobernanza (como en todos los de entonces) era patrimonio exclusivo de los varones, incluso en el caso de que los monarcas fueran reinas.

Gran trabajo interpretativo de las tres actrices que encabezan el reparto: no sabríamos con cuál quedarnos: Olivia Colman está espléndida, ella “es” la reina Ana; Rachel Weisz resulta formidable en su caracterización de una mujer adelantada a su tiempo, que se impuso sobre los pares del reino que quisieron apartarla del poder; y Emma Stone resulta inteligentemente ladina e inescrupulosa en su objetivo final de alejar a su prima del gobierno y ser ella la que tomara las riendas del reino.


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119'

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La favorita - by , Jan 21, 2019
2 / 5 stars
No parece Lanthimos