Esta película está disponible en el catálogo de Movistar+.
Corneliu Porumboiu (Bucarest, 1975) es un director rumano perteneciente a la generación postcomunista, la que se formó y empezó a hacer cine tras la caída de la terrorífica dictadura del sátrapa Nicolae Ceaucescu. Su carrera comienza prácticamente con el siglo XXI, aunque de sus películas, pocas todavía, solo nos ha llegado a España El tesoro (2016), peculiar adaptación al universo rumano de nuestro tiempo del mito del mapa del tesoro. No es Porumboiu uno de los cineastas más interesantes del cine rumano actual (estos serían Cristian Mungiu, Calin Peter Netzer, Cristi Puiu y Radu Muntean, fundamentalmente), pero tampoco es despreciable.
La película comienza con la llegada a la isla canaria de La Gomera de Cristi, un policía rumano corrupto al que una “vamp”, Gilda, ha convencido, a instancias de un mafioso español, Paco, también con “negocios” en Rumanía, para que visite la isla y aprenda allí el silbo gomero (peculiar sistema ancestral de los lugareños de la ínsula, a base de silbidos convenientemente modulados con los que se comunican en sus intrincados riscos), a fin de utilizarlo para evitar de esta forma los pinchazos telefónicos y el espionaje por parte de la Policía. Pero en Rumanía un compinche de Paco, Zsolt, su mano derecha en el país, le ha birlado una ingente cantidad de dinero, por lo que el mafioso español encarga a Cristi la recuperación de ese botín…
Tiene La Gomera entonces como elemento más peculiar la utilización de ese silbo gomero como forma de eludir por parte de los mafiosos la vigilancia policial, un sistema seguro y, en principio, indescifrable para quien no lo conozca. Por lo demás, la trama es bastante confusa, cosa que en el thriller suele suceder, si bien en esos casos la atmósfera sustituye con ventaja al hecho de que se nos escapen los detalles de las inextricables tramas. Era lo que sucedía con frecuencia con el “film noir” americano clásico, y también con el “polar” francés, su homólogo de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, ambos géneros auténticas joyas del cine de todos los tiempos. No es el caso de esta La Gomera, embarullado homenaje a ambos cines, de los que intenta beber sin demasiado éxito. Es cierto que Porumboiu “escribe” cine sin faltas de ortografía, aunque no se puede decir que sea un estilista. Como guionista tiene cierta tendencia a la confusión, quizá siguiendo el sarcástico lema de “ya que no somos profundos, al menos seamos oscuros”; la coherencia argumental no es la mayor de las virtudes, precisamente, y los cabos sueltos se enseñorean de la historia.
Con todo, es cierto que la película se deja ver, aunque no sea más que para intentar descifrar este complicado puzle al que, nos tememos, le faltan muchas piezas, y no porque se hayan querido escamotear por cuestiones artísticas (hubiera sido, quizá, una opción), sino por la incapacidad del guionista y director por articular una historia plausible. Pero ya decimos que la película no avergüenza y se deja ver, quizá espoleado el espectador para ver en qué queda todo. Los continuos homenajes cinéfilos (la vampiresa se llama Gilda, dos policías se citan en un cine donde proyectan un John Ford, la emboscada a los malos se hace en un viejo estudio de rodaje, y la escena de acción subsiguiente está dada en paralelo a la emisión en televisión de un entrañable “polar”) pespuntean una película a la que, ciertamente, habría que pedir mucho más. Un final en plan postalita audiovisual, que ha debido pagar generosamente el Patronato de Turismo de Singapur, confirma, por si no nos habíamos dado cuenta todavía, que el film no da la talla.
Vlad Ivanov, el protagonista, es un veterano actor rumano de larga y generalmente fecunda trayectoria. Aquí la verdad es que tiene problemas con su personaje, más bien porque no está demasiado bien delineado en el guion, así que en sentido estricto no se le puede culpar. Catrinel Marlon intenta un papel de vampiresa clásica, y es cierto que no le faltan virtudes, físicas y artísticas, para ello, pero no termina de funcionar como sería de desear. A destacar la aparición del director español Agustí Villaronga como actor, faceta en la que no se ha prodigado el cineasta balear, aunque es cierto que, en varias ocasiones ha ejercido como tal.
(09-11-2019)
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