La perla negra

En un pueblecito costero de habla hispana, en las regiones cálidas del continente americano (la película está localizada concretamente en las Bahamas), un grupo de jóvenes pretenden hacerse buscadores de perlas. Uno de ellos, llamado Ramón Salazar, aprenderá junto a un místico mestizo, que le hablará de la manta-diablo, el guardián de las perlas negras...

Sobre la novela homónima de Scott O’Dell, y con este curioso planteamiento, el cineasta Saul Swimmer (Uniontown, Pensilvania, 1936 – Miami, Florida, 2007), de corta carrera (solo 10 títulos en total, entre films, telefilms, cortos y series), pero ejecutada a lo largo de un período muy dilatado (casi 50 años...), dirigió en los años setenta este entretenido relato de aventuras, con activa participación española en la coproducción y en el reparto, en el que destacan algunos nombres entonces de cierta popularidad en España, como Carlos Estrada y Perla Cristal. Curiosamente, Swimmer después se centró en grabar musicales para el grupo Queen.

Con el mar siempre como horizonte, esta La perla negra quizá tuvo en su momento la intención de uncirse al entonces reciente y restallante éxito de Tiburon (1975), de Spielberg, pero hay un cierto sabor a misterio que se mantiene durante toda la narración, y que la hace distinta de la película norteamericana, al margen de la muy evidente superior calidad del primer campanazo del gran Steven. Es cierto que Swimmer, quizá embelesado por la belleza de las imágenes, abusa en ocasiones de las escenas submarinas, que marcan un bache narrativo hacia la mitad de la cinta, después remontado en las escenas de superficie.

Excelente fotografía marina. La música del compositor brasileño Eumir Deodato suena a conocida, aunque lo cierto es que pasa bastante desapercibida. Una interpretación correcta, sin más, completa una cinta difícilmente encasillable en género alguno, siendo el de aventura el que quizá cuadre mejor con sus características.

(07-09-2021)