Pelicula:

CINE EN SALAS   

Los tres mosqueteros: D’Artagnan (2023) fue la primera parte de este díptico que pretendía, a la chovinista manera típica de los franceses (que para eso inventaron el concepto...), volver a poner de actualidad, en primera línea, uno de sus grandes mitos literarios, al nivel de un Los miserables o un Conde de Montecristo, una de esas historias que todo el mundo conoce, en líneas generales, aunque no sea más que por haber visto alguna o varias de las muchas versiones que se han hecho para cine o televisión. Pero lo cierto es que, en el caso de este clásico dumasiano, los galos hacía más de sesenta años que no lo llevaban a la gran pantalla, y parece que ya tocaba. Para ello aunaron fuerzas con otras cinematografías europeas, como la alemana y la española, y concibieron la idea de hacer lo que podríamos llamar la versión definitiva del mito.

Pero, si la primera parte podría ir en esa línea, con una vistosa y briosa revisitación de la novela (tomándose muchas libertades, eso sí...), nos parece que esta segunda parte es claramente inferior a la primera entrega de la historia. ¿Por qué, podríamos preguntarnos, si el equipo técnico y artístico es exactamente el mismo, y se ha rodado de forma consecutiva como si fuera una sola película? Pues quizá esté ahí la clave, en ese rodaje interminable que se alargó durante 150 días netos, en el plazo de nueve extenuantes meses. Si la primera parte les pilló a todos estupendamente, con todas la ganas del mundo para hacer esa “versión definitiva”, parece que el transcurrir de los días, semanas, meses, casi un año que tardaron en filmarse las dos pelis debió ir haciendo mella en los integrantes de los técnicos y de los actores y actrices, porque esta segunda mitad del díptico, sin perder el buen tono formal, sí que decae en el interés de la historia, fatigosa, embarullada, contada más bien confusamente.

El film se inicia tras el secuestro de Constance en las mismas narices de D’Artagnan, y prosigue con la trama de la primera parte, con la conspiración de los republicanos protestantes para derrocar a Luis XIII, mientras el taimado y temible cardenal Richelieu y su brazo armado Milady de Winter conspiran también en su propio beneficio (bueno, ellos dicen en interés de Francia, lo normal en estos casos...), a la par que el gascón D’Artagnan busca desesperadamente a su amada. Entre tanto, los mosqueteros son enviados a una misión casi suicida para asaltar sigilosamente La Rochelle, donde se han hecho fuerte los protestantes, plaza que han de tomar antes de que lleguen los británicos, aliados de los republicanos...

Como decimos, este segundo segmento, Milady, dista de tener la espectacular vitalidad del primero, titulado D’Artagnan. Tampoco se aclara cómo (atención: ¡spoiler!) la villana por excelencia del film (y una de las “malas” más carismáticas de todo el imaginario literario y cinematográfico de todos los tiempos), esa Milady de Winter, escapó ilesa del trance que cierra la primera parte, en el que cualquiera se hubiera roto no ya la crisma, sino el esqueleto enterito...  No solo eso, sino que aquí, al final, vuelven a repetir la misma jugada, ahora con otra forma más “calentita” de irse supuestamente al otro mundo (solo que –otra vez: ¡spoiler!- tampoco se va...). Tampoco es de recibo el reiterado uso de un recurso, el llamado eruditamente “deus ex machina”, y más coloquialmente “efecto Séptimo de Caballería” (ya saben: “estamos perdidos...”, y entonces aparecen, en el último momento, los refuerzos salvadores), que utilizado una vez, bueno, pase, pero que usado “ad nauseam” da eso, náuseas, distando mucho de ser una buena decisión artística.

No hablamos entonces de las numerosas libertades que Martin Bourboulon, el director de ambos segmentos, se toma con el original dumasiano, porque ya sabemos que los libros, en su adaptación al cine o la televisión, están para ser traicionados, siempre que el resultado sea realmente motivador, artístico o creativo, aunque ciertamente en esta segunda parte de la libérrima versión no hay nada de todo ello.

Por supuesto, el diseño de producción es impecable, con vistosa fotografía de Nicolás Bolduc, y hermosa e intrigante música de Guillaume Roussel. Pero el conjunto no termina de funcionar, aderezado además con algunos excursos que intentan modernizar de mala manera el clásico, como esa especie de torpe “speech” feminista que se marca Milady, que es mala por culpa de los hombres, pobrecita...

Además, presentarnos a una Constance en plan tonta de babero, tan absolutamente ingenua que a su lado el cervatillo de Bambi parece Charles Manson, tampoco contribuye mucho a su credibilidad, a la sintonía del espectador con lo que se nos cuenta. Claramente inferior a la primera parte, los intérpretes están correctos, a pesar de la fatiga física y mental que, ya a estas alturas, soportaban. La mejor aquí nos parece Eva Green, cuya Milady es cierto que es de las más interesantes que se han representado en una pantalla; a ello contribuye poderosamente, por supuesto, su capacidad para los personajes esquinados, con un punto de perfidia (aquí “todos los puntos de perfidia”) que tan bien convenía al mítico personaje. François Civil, el D’Artagnan de turno, nos parece inferior, y con menos fuelle (como casi todo, como casi todos) que en la primera parte.

Lástima de renqueante segunda mitad: no será esta, tampoco, la versión definitiva del clásico dumasiano por excelencia... Esperemos que no haya que esperar otros sesenta años para que los franceses hagan una nueva adaptación, porque nos va a pillar a todos ya haciendo compañía a la finada Constance de Bonacieux...

(02-02-2024)


Los tres mosqueteros: Milady - by , Feb 02, 2024
2 / 5 stars
Es inferior