CINE EN SALAS
Sony y su filial Columbia prosiguen con eso que han llamado un tanto pomposamente Universo Spider-Man (SSU, por sus siglas en inglés), un esqueje pactado con Marvel, al margen del hilo principal del Hombre Araña, cuyos derechos tiene Disney. Este SSU se define por ser superhéroes conceptualmente relacionados con Spider-Man, pero sin incluir a este (el “boss”, el puto amo de los superhéroes arácnidos) en imagen real. Hasta ahora se han estrenado varios films en esa línea, con personajes de acción real, como Venom y Morbius, pero también en animación, como Spider-Man: Un nuevo universo y Spider-Man: Cruzando el multiverso.
Esta Madame Web, nuevo eslabón en la cadena del SSU, parte del cómic homónimo publicado por primera vez en 1980, siendo sus autores Denny O’Neill y John Romita Jr. La versión cinematográfica introduce un cambio sustancial, por cuanto la protagonista, en el cómic, es una anciana tetrapléjica, mutante y ciega, mientras que en la película la prota no es anciana, sino una chica como de treinta años; las discapacidades llegarán (o no: esto de no incurrir en “spoilers” es la mar de cansado...) a lo largo de la historia que se nos cuenta, que comienza con un prólogo en el Amazonas, donde la doctora Constance Webb, embarazada de 8 meses, busca obsesivamente una mítica araña cuyo veneno, supuestamente, tendría cualidades curativas casi (o sin casi...) milagrosas; le acompaña su ayudante Ezekiel Sims. Sin embargo, cuando la doctora Webb encuentra la araña, Sims le dispara, mata al resto de la expedición y escapa con el insecto cautivo. Una tribu mágica que vive en el entorno, aunque no consigue salvar la vida de la madre, sí lo hace con la bebé, que será llamada Cassandra (sí, como la maga de La Odisea que era capaz de adivinar el futuro), y que años más tarde, ya treintañera, vive en Nueva York, donde será paramédica en ambulancias. A raíz de un accidentado salvamento, Cassie, como es conocida por todos, se ve sumergida en el agua del río durante varios minutos, estando a las puertas de la muerte; al reanimarla su compañero, la joven se da cuenta de que en su mente aparecen inesperados fogonazos, que no puede controlar, que le permiten ver qué va a suceder en los próximos minutos. Por su parte, Ezekiel Sims se ha convertido en un tipo con grandes poderes, que se viste con indumentaria parecida a la de un Spider-Man oscuro y torvo, y que, en vez de usar sus facultades para hacer el bien, lo hace exclusivamente para su propio beneficio...
S.J. Clarkson, la directora, es una cineasta británica que viene desarrollando su carrera profesional en el mundo de las series, habiendo estado a los mandos de episodios de títulos tan conocidos como Life on Mars, House y Orange is the new black. En cine debuta ahora con este “blockbuster”, lo que quizá haya que entender que ha sido un error: tal vez debería haberse fogueado en otros films menos ambiciosos comercialmente, porque nos tememos que aquí no ha dado en la diana. Ni el guion es precisamente excelso, con saltos argumentales inexplicados y flecos sueltos por todos lados, ni el tono es tampoco acertado, en una historia muy infantilizada (cuando los superhéroes de hoy día suelen ser mucho más adultos), ni el montaje, marrullero donde los haya, ayuda precisamente. De hecho, toda la escena de acción final, con las cuatro chicas (Cassie y tres adolescentes con menos seso que un mosquito) contra el villano, debería exhibirse en las universidades de Comunicación de todo el mundo para que los estudiantes sepan cómo NO hay que montar una escena: embarullada, comiéndose planos a troche y moche, dando gato por liebre constantemente... la montadora, Leigh Folsom Boyd (que no es precisamente nueva en el oficio), parece que debió dejar a cargo al becario o becaria de turno, porque el resultado es horrible.
Así las cosas, con una historia marciana donde las haya (bueno, las historias de superhéroes son siempre bastante marcianas, pero esta les gana a todas de calle...), Madame Web resulta ser un disparate continuo, un delirante “a ver que chorrada me invento ahora” constante, un film que confirma que el llamado SSU tiene menos futuro que un vendedor de helados en el Polo Norte. Porque esta especie de incursión de Marvel en los terrenos de la clarividencia, en la que la protagonista ve anticipadamente (con sus inesperados poderes de presciencia que le han llovido del cielo –o del río en el que llegó a estar más muerta que viva-) los hechos que van a tener lugar unos minutos más tarde, no deja de ser una especie de Día de la Marmota, en la que asistimos una y otra vez a la repetición de escenas, en las que Cassie habrá de intentar evitar que ocurra lo que ya ha visto en su magín que va a pasar.
Dakota Johnson hace lo que puede con su personaje; se ve que está queriendo “desencasillarse” de los papeles de alto voltaje erótico que le dieron popularidad en la trilogía de “porno para mamás” (como fueron definidos los libros de E.L. James) iniciada por Cincuenta sombras de Grey, y para eso sirve cualquier cosa. Es verdad que el hecho de que te llamen para una franquicia como esta supone trabajo y buenas remuneraciones aseguradas durante bastante tiempo, a poco que las películas gusten, pero nos tememos que, en este caso, la por lo demás talentosa hija de Melanie Griffith y Don Johnson no va a salir de pobre (es una forma de hablar, claro...) con esta superheroína, porque no pinta demasiado bien en taquilla, al menos por los datos hasta ahora conocidos.
El villano es el estupendo actor francés (de ancestros árabes) Tahar Rahim, que lleva ya varios años labrándose una carrera fuera de su país, mayormente en el ámbito anglosajón; aquí no puede lucirse mucho que digamos, porque su personaje no da demasiado de sí, un tipo para el que “escrúpulos” es un archipiélago griego (gracias, Aquí no hay quien viva), obsesionado por matar a las tres adolescentes que sabe que, en el futuro, acabarán con él... Para disfrutar del talento de Rahim mejor ver algunas de sus buenas películas, como Un profeta, de Jacques Audiard, El pasado, de Asghar Farhadi, o Reparar a los vivos, de Katell Quillévéré: vamos, igualito que esta tontería en la que aparece enfundado en unos leotardos que parecen uno de esos esquijamas con los que nos vestían nuestros padres para dormir calentitos en invierno...
(19-02-2024)
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