Pelicula:

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El cine sobre el llamado “conflicto vasco”, y más en concreto sobre la violencia mantenida por la organización terrorista ETA (Euskadi ta Askatasuna, literalmente “País Vasco y Libertad”) durante más de 40 años, ha tenido hasta ahora una mediana atención por parte de la cinematografía española y/o vasca. Animamos al lector que quiera conocer más al respecto a leer nuestros artículos publicados en CRITICALIA bajo el título El cine vasco de la democracia, en concreto su capítulo II, para tener una panorámica más amplia sobre cómo ha tratado el audiovisual ese fenómeno. Lo cierto es que, a raíz sobre todo del éxito de la novela Patria, de Fernando Aramburu, y de su adaptación al formato miniserie, con igual título, Patria (2020, disponible en HBO Max), y teniendo en cuenta también que ETA, si fuera un verbo, se conjugaría actualmente, y afortunadamente, en pasado, el cine y la televisión parecen dispuestos a contar historias sucedidas durante esos más de 40 años en los que una organización fanática, liberticida y siniestra arruinó la vida de muchas familias (centenares de víctimas mortales, miles de heridos, cientos de lisiados, decenas de secuestrados, miles de extorsionados, centenares de miles de emigrados, un ambiente irrespirable), primero con la excusa de la lucha contra el franquismo, después queriendo utilizar en su malhadado beneficio las debilidades de la joven, balbuciente democracia nacida con la Constitución de 1978.

Maixabel es una de esas nuevas aportaciones a un tema todavía tan doloroso, pero del que, al menos, se está extrayendo un interesante provecho artístico. La acción se desarrolla en varios momentos de la historia reciente en el País Vasco: comienza en el año 2000, cuando ETA arrecia su acoso contra los cargos públicos de su tierra (concejales, parlamentarios, diputados forales…), obligados con ello a llevar escolta permanente. En ese contexto, conoceremos el asesinato de Juan María Jáuregui, que hasta cuatro años antes había sido gobernador civil de Guipúzcoa en el gobierno de Felipe González; asistiremos a su asesinato mientras se encontraba en una cafetería, la reacción atribulada de su mujer, la funcionaria Maixabel Lasa, y de su hija, María. Dando saltos en el tiempo, veremos algunas escenas del juicio contra el comando Buruntza, que fue el encargado del asesinato, con las airadas protestas de los tres miembros de ese “talde”, pero también, algunos años después, cómo las que parecían firmes convicciones de algunos de esos etarras empiezan a resquebrajarse, a la par que Maixabel Lasa, haciendo de tripas corazón, se hace cargo de la Asociación de Víctimas del Terrorismo y la amplía a cualesquiera otras que (perpetradas por GAL, Batallón Vasco-Español, etcétera) se hubieran producido en el contexto del llamado “conflicto vasco”…

Tiene Maixabel el aroma del cine bueno: nada más que empezar, nos damos cuenta de que no estamos ante una película al uso, un melodrama desaforado, como se podría temer, con sus escenas truculentas en las que se llora a lágrima viva y se grita muchísimo; antes al contrario, se nos presenta la noticia del asesinato de Jáuregui a su mujer de una forma muy sutil, con una elipsis quizá más dolorosa que una escena pletórica de llantos: está Maixabel secándose el pelo en el baño, y con el ruido del secador no oye el sonido de la insistente llamada de teléfono; en un momento dado le parece escuchar algo y apaga el secador; entonces, al oír el sonido de nuevo, en una segunda llamada, su rostro empieza a transformarse, de la calmada faz de la serena rutina diaria a la creciente preocupación por lo que intuye puede ser. Ese será el tono de todo el film, la sutileza antes que la exposición altisonante de escenas melodramáticas, sin que ello suponga que carezca de intensidad: al contrario, precisamente esa sutileza, en el proceso de acercamiento que se irá creando entre víctima (Maixabel Lasa) y victimarios (Luis Carrasco e Ibon Etxezarreta, dos de los tres miembros del “talde” que asesinó a Jáuregui), creará momentos de extraordinaria emoción, que sobrecogen el corazón más pétreo, con una sensibilidad que nace de los buenos diálogos, de la inteligente auscultación de los rostros estragados por el dolor, de las dudas por ambas partes en los titubeantes pasos que empezaban a dar para intentar, si no arreglar el pasado, un imposible, sí hacer que el presente sea algo mejor, que de aquel horror pueda nacer algo parecido a la paz espiritual.

Bollaín tiene clara, o así nos lo parece, su mirada, más cercana a las víctimas, a las que fueron blanco de quienes creían que su cantábrica, idílica, utópica Albania de cortadores de troncos, levantadores de piedras, vertsolaris, arrantzales, dantzaris y pelotaris, su medieval sociedad rural, era posible a base de pegar tiros en la nuca, reventar coches, volar hipermercados, dejar huérfanos a cientos de niños. Pero, lejos de criminalizar sin ambages a los asesinos, busca acercarse a ellos, en concreto a aquellos que, encerrados año tras año en una prisión, tuvieron mucho tiempo para pensar, como confiesa uno de ellos, hasta que, en sus propias palabras, “te das cuenta de que eres un monstruo”. Lejos del maniqueísmo de buenos y malos sin matices, aun partiendo de la evidencia de que existen unas víctimas y unos asesinos, Bollaín y su coguionista Isa Campo (habitual colaboradora en los libretos de Isaki Lacuesta) apuestan por el acercamiento entre opuestos, por los tímidos pasos entre los que en otro tiempo solo se profesaron un acre odio mutuo.

Bien escrita, bien dialogada, utilizando con sabiduría la elipsis (ese Ibon Etxezarreta en coche, pasando por los escenarios en los que se produjeron sus asesinatos, dados estos en off solo con el ruido de los disparos, o de la bomba al explotar, qué sutileza...), sin maniqueísmos tópicos, sabiendo que todos (incluso los asesinos, que se reconocen a sí mismos como monstruos) son personas con posibilidad de evolucionar, con posibilidad de ser mejores de lo que fueron, sin que ello suponga enmendar los incorregibles crímenes, Maixabel termina siendo una hermosa apuesta por el humanismo, por la aproximación entre seres humanos enemigos en la teoría y en la práctica, por la asunción del pasado para poder encarar con esperanza el futuro.

La película no sería lo que es, la dolorosa exposición del trauma de perder a un ser querido a manos de otro que ni siquiera sabe a quién está matando, ofuscado por una ideología abyecta que desconoce la imposibilidad de construir nada sobre la sangre de inocentes, sin el extraordinario trabajo actoral de, sobre todo, cuatro intérpretes excepcionales: Blanca Portillo, que hace una Maixabel Lasa perfectamente reconocible, la mujer que, herida en lo más profundo de su ser, sin embargo saca fuerzas de flaqueza para intentar extraer algo positivo de aquella barbarie, para intentar comprender las razones del otro, cuando ese otro se ha dado cuenta de que fue, que es un criminal. Luis Tosar está también magnífico, dando con tacto la evolución desde el asesino de posiciones cerriles hasta el preso que reconocerá que “en la cárcel tienes mucho tiempo, y allí no tienes donde esconderte” (de ti mismo, lógicamente...). Pero también la que para nuestro gusto es el descubrimiento actoral del film, María Cerezuela, eximia actriz de teatro que debuta aquí en el cine con su rol de hija de Maixabel y del asesinado Jáuregui, en un afortunadísimo primer papel en la pantalla, en el que está para quitarse el sombrero; y, quizá opacado por otros con más nombre (Portillo, Tosar), nos ha parecido también encomiable el trabajo de Urko Olazabal, que interpreta a otro de los etarras que se dieron cuenta de que eran unos monstruos, y cuyo emocionante careo con el personaje de Blanca Portillo es para enmarcar.

Gran película, a fe nuestra, esta Maixabel, candidata desde ya a llevarse una buena lluvia de Goyas. Los cuatro intérpretes citados, desde luego, deberían estar nominados sí o sí, a los respectivos premios de sus categorías como actores y actrices, e Icíar Bollaín debería ser, si hay justicia, candidata firme a los Goyas a la Mejor Dirección y al Mejor Guion. A ver los académicos cómo andan de vista: que no los tengamos que mandar al oculista...


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115'

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Maixabel - by , Apr 26, 2023
4 / 5 stars
...y te das cuenta de que eres un monstruo...