Pelicula:

CINE EN SALAS

Cesc Gay, a la chita callando, se ha convertido en un sólido valor del cine español. Descubierto a finales del siglo XX con Hotel Room (filmada en comandita con Daniel Gimelberg), el resto de su filmografía, ya en solitario, nos ha descubierto a un guionista y director que centra su cine en las relaciones humanas, fundamentalmente las románticas, pero también las amistosas (alguien dijo que la amistad no es sino amor sin sexo…). Películas como Krámpack, Ficción, Una pistola en cada mano, Truman, o Sentimental (que, por cierto, a la fecha de estas líneas ya ha sido versionada en el extranjero hasta en seis ocasiones…), le han conferido un estatus a Gay que, ciertamente, le permite rodar con normalidad cada 2/3 años.

Claro que no siempre Gay da en la diana, o así nos parece, como veremos más adelante… La historia que se nos cuenta en esta Mi amiga Eva (título insulso donde los haya, por cierto…) se ambienta en nuestro tiempo, inicialmente en Roma, donde conocemos a Eva, barcelonesa que trabaja en una editorial en su ciudad natal, en un viaje de trabajo en la capital de Italia. Allí conoce, por casualidad (aunque el primer contacto, imprevisto, resulta bastante impactante…), a Alex, un guionista argentino que vive en España entre Madrid y Barcelona. Eva siente algo rebullir, como si ese hombre al que apenas ha conocido le recordara la ilusión del enamoramiento. De vuelta a Barcelona, pronto empieza a dar señales a su marido, sus hijos y sus amigos de que algo ha cambiado en ella. Finalmente, Eva se separa, no por una tercera persona, sino porque quiere volver a enamorarse…

Mi amiga Eva es (lo adelantábamos en el titulillo de esta crítica) una película muy, muy a lo Woody Allen: como en el cine del director neoyorquino, aquí tenemos a una protagonista con una buena empanada mental, que balbucea constantemente (en las pelis de Woody normalmente es él, claro, o sus “alter ego” cuando ya se ha hecho demasiado mayor, con lo que aquí tendremos el mismo personaje pero a sexo cambiado), en una historia llena de casualidades, de encuentros fortuitos (por Dios, que son Nueva York y Barcelona, respectivamente: ¿no hay más restaurantes, o cafeterías, para que los personajes vayan siempre a los mismos y a la misma hora?), de carambolas que facilitan los intereses de los guionistas, aunque no sea demasiado coherente con lo que se está contando, también de diálogos en los que se traspasan los límites del respeto a la intimidad del otro, por muy amigo que se sea (que a veces ni siquiera se es amigo…); eso por no hablar de la tendencia en las pelis de Allen a que sus personajes mientan constante y compulsivamente, en especial el protagonista (o sea, Woody, o el que ocupe su lugar), aquí también replicado en la prota, Eva, con frecuencia con mentiras estúpidas que no vienen a cuento ni tienen recorrido alguno. En fin, un Woody Allen sin Woody Allen, y no precisamente de los mejores de su carrera (que ya sabemos que tiene films excelsos, buenos, mediopensionistas y manifiestamente mejorables…).

A ver, no es que Mi amiga Eva carezca de interés: aquí tenemos, en realidad, una peli sobre la crisis de los cincuenta, esa edad maldita en la que creemos que dejamos de ser jóvenes (aunque en realidad lo dejamos de ser mucho antes), una edad maldita y muy malita en la que, especialmente a algunos hombres, les da por liarse la manta a la cabeza, tirar su vida por la borda y pretender volver a los veinte o treinta años (con desastrosos resultados, como es obvio…). Aquí la novedad es que es una mujer la que tiene la crisis de los cincuenta, se suelta el pelo, creyendo quizá que un nuevo amor la hará volver a sus años mozos, para darse cuenta pronto de que la cosa es algo más complicada… y si no fuera por las interesadas y tramposas carambolas del guion, lo más probable es que esa liada de manta terminara como el rosario de la aurora.

Por supuesto, la película está filmada irreprochablemente: Gay es un cineasta seguro, perito en cine de sentimientos, y sus diálogos, en general, suenan a reales, incluso a frescos y naturales. Por supuesto también, es interesante el personaje central, un retrato de mujer cincuentona, en ese frágil recodo del camino, el eje sobre el que pivota la juventud a través de la madurez hacia la vejez. Sus dudas, sus vacilaciones, llegan al espectador con nitidez, y son valiosas. Pero lo que no es tan valioso es que la historia, que no da demasiado de sí argumentalmente, se extienda hasta los 100 minutos, cuando parece evidente que, sobre todo en las secuencias de los frustrantes ligues vía Tinder, Gay podría haber abreviado y nos habría ahorrado algún bostezo que otro…

Paso atrás, entonces, en la carrera de Cesc Gay, aunque seguimos manteniendo nuestra fe en él: son muchas las pelis en las que nos ha convencido, así que este lo consideraremos un pequeño tropiezo que, por lo demás, tiene cosas de interés.

Gran trabajo de Nora Navas, que tenía la difícil papeleta de ser una Woody en femenino (bueno, a mejor no se lo dijeron así, pero en la práctica lo es); aunque resulta menos graciosa que su (supuesto) modelo, hace un trabajo muy meritorio, intentando que tanto balbuceo no resulte forzado. El resto bien, en general; por cierto que gusta que el personaje del marido, hecho por Juan Diego Botto, no refleje el habitual estereotipo tan típico del cine, del esposo marrajo que en la separación se porta como eso, como un marrajo… vamos, que actúa como alguien normal: los anormales, o subnormales, por fortuna, son minoría… Eso sí, al argentino Rodrigo de la Serna no terminamos de verlo en su más bien improbable papel de príncipe azul de edad ya talludita, la verdad…


(03-10-2025)


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100'

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Mi amiga Eva - by , Nov 29, 2025
2 / 5 stars
Un Gay muy Woody