Pelicula: Hay cine y hay operaciones de “marketing”. Todo es, por supuesto, legítimo, pero parece que lo primero, además, es más noble, porque pretende hacer arte, no hacer caja. O no sólo hacer caja, para ser más exactos. Este “Michael Jackson’s This is it” pertenece claramente a la segunda categoría, al interés de la familia Jackson y de los productores de su gira nonata en rentabilizar la inesperada muerte del divo en Junio de 2009 y la impresionante oleada de fervor que aquella precoz defunción provocó en buena parte del mundo. Pero es difícil hacer cine cuando con lo que se cuenta es con un montón de horas de ensayos para la gira que no llegó a efectuar Jacko, porque, entre otras cosas, los ensayos son, como su propio nombre indica, ensayos, y lo que vemos mayormente son números musicales en pleno desarrollo, con todos los fallos habituales en estos casos. Es cierto que, tal vez, en esos ensayos esté el meollo de la creación de las “performances” de Jackson, pero también que el interés por esa médula de su creatividad puede ser bastante limitado: para sus muchos fans, sin duda; para el cinéfilo a secas el interés colinda con cero. Porque además el director, Kenny Ortega, socio de Jackson en la producción del tour “This is it” que nunca llegó a existir, no es precisamente un prodigio de creatividad cinematográfica; pertenece a ese venero de realizadores que proceden de la coreografía, venero que, hay que decirlo pronto, hace años que no da autores relevantes (habría que remontarse a los tiempos de Donen, Kelly o Fosse). Entre sus títulos están algunos de los segmentos de “High School Musical”, lo que hay que anotar en su debe, más que en su haber, si vale el símil entre literario y contable.
Por lo demás, “Michael Jackson’s This is it” es, como cabía esperar, una película rendida a los pies del mito que le da hasta título: todo en el filme está en función de Jacko, absolutamente todo gira en torno a él. Cualquier cosa que haga, o diga, es adorada por los presentes, como si fuera el mismísimo Yahvé que hablara a Moisés en el monte Sinaí. Así las cosas, la hagiografía está servida, y cualquier gesto que el artista haga en el escenario será reverenciado y jaleado por la tupida grey de bailarines, cantantes y músicos, totalmente entregados a la causa MJ, como le llaman, abreviadamente, durante el filme.
Hay, desde luego, detalles que a un buen observador no se le escapan: por supuesto, el tono siempre amable y cortés del mito, cosa a valorar teniendo en cuenta que la menguada gente de su nivel suele sufrir de un divismo insoportable; no es que este no lo tenga (es bien conocida su egolatría rayana con la esquizofrenia), pero al menos trataba a los mortales (él no lo era, como ya sabemos…) como si fueran personas y no cacas de perro; algo es algo, y debe decirse. También habrá que decir que, con frecuencia, en sus aparentemente corteses polémicas con sus colaboradores aparece la patita, suave pero patita, de su quisquillosa personalidad, de una meticulosidad extrema, con frecuencia un punto (o muchos puntos) paranoica, con esa perspectiva de quien está por encima del Bien y del Mal y de quien cree que la palabra que sale por su boca es ley. Todo ello, insisto, con la máxima educación y amabilidad, lo que no es poco.
Más detalles interesantes: entre la legión de colaboradores entregados, cuando hablan con la estrella, no es difícil rastrear un punto de miedo, sobre todo en los músicos, cuando MJ les pide algo que no es exactamente lo que él quiere; en esos diálogos, aunque los músicos procuran mantener la compostura, esos ojos un punto más abiertos de lo normal, esas palabras que suenan a excusa pero al tiempo saben a entrega total, recuerdan la sumisión del esclavo para con el amo y la certeza de que este es dueño absoluto de su destino.
También es estimulante rastrear algunos de los detalles de la personalidad de Jacko que todos conocemos, pero al que el hermetismo que siempre ha rodeado confiere una nueva, y curiosa, perspectiva. Por ejemplo, su narcisismo, siempre con atuendos cuidadísimos (otra cosa es que nos parezcan de lo más hortera, anclados en la moda de hace veinte años, o más), a pesar de que, supuestamente, sólo se estaban grabando los ensayos de su gira, que no iba a tener otro destino que su propia videoteca. Otra, que su arte empezaba a embarrancarse peligrosamente en el manierismo, repitiendo “ad nauseam” su famoso baile al estilo “Moonwalker” o el famoso movimiento de pelvis, con tocado manual del “paquete” incluido. No parece que este MJ de la gira “This is it” aportara nada nuevo, más allá de lo mismo de siempre; que no es poco, sin duda, y que lo llevó a la cima de la música en los años ochenta y noventa, pero que no podía seguir siendo lo único que creara para los restos.
La figura de Michael Jackson, a qué dudarlo, ha entrado ya en el Olimpo de los músicos y/o cantantes de primerísima línea del siglo XX: Elvis, Beatles, Sinatra… Casi todos ellos, salvo el inolvidable cantante de “New York, New York”, murieron prematuramente. Pero su genio indudable, el de obras maestras como “Thriller”, “Bad” o “Smooth Criminal”, fue oscurecido por otras circunstancias de su vida: ese narcisismo insufrible ya comentado, esa obsesión por blanquearse la piel y el alma, esa búsqueda del rostro perfecto que devino en máscara de feria, esa extravagancia personal que le convirtió en un recluso en vida en su rancho de Nunca Jamás (qué nombre tan propio para quien no llegó a crecer nunca, aunque físicamente perdiera cualquier parecido con aquel monicaco feo pero gracioso que lideraba los Jackson Five), esas ambiguas tendencias sexuales que le convirtieron en diana vulnerable para padres insaciables de niños supuestamente abusados: todo un personaje, al que, desde luego, este documental musical no hace justicia, resultando ser un a modo de “coitus interruptus”, algo que se queda en los prolegómenos, en los ensayos de lo que debió haber sido, pero no fue.

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112'

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Michael Jackson’s This is it - by , Nov 05, 2009
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