El género de aventuras es dignísimo, aunque haya quien piense que es mero entretenimiento para niños y adolescentes. Pero el género tiene grandes títulos, desde el “Scaramouche” de George Sidney a “El prisionero de Zenda” de Richard Thorpe (curiosamente ambos protagonizados por un gran olvidado, Stewart Granger), pasando por “El temible burlón”, de Robert Siodmak, o más recientemente un clásico del género como “En busca del Arca perdida”, de Steven Spielberg, e incluso el tríptico (por ahora…) de “Piratas del Caribe”, de Gore Verbinski, si bien es cierto que el tercer episodio era tirando a flojito.. En fin, que no hay que despreciar, como hacen algunos, el género de aventuras. Claro que para eso también es conveniente que aquellos que lo cultivan le tengan un mínimo de respeto, lo que no es el caso de los fautores de esta sinsorgada, una mezcla más bien indigesta de materiales tales como civilizaciones extraterrestres en luchas siderales (lo que la emparentaría con las sagas de “Alien”, “Depredador” y sus intersecciones en el díptico “Alien vs. Predator”), pueblos antiguos que vivieron en la época romana o post-romana, como los vikingos, remembranzas mitológicas, con un trasunto de Orfeo astronauta descendiendo a un Hades de pacotilla (eso sí, muy apropiadamente alfombrado de fiambres, y no precisamente “chopped-pork”…), y cosas por el estilo. 115'