Realmente estamos ante una rara ave (o insecto, si nos atenemos al título de la película...): he aquí un filme andaluz, de corte musical, dirigido por el antiguo guitarrista de la banda No me pises que llevo chanclas, grupo originario de la sevillana localidad de Los Palacios que hace una decena larga de años puso de moda algunas canciones, siendo seguramente la más celebrada la de ¿Y tú de quien eres?, con la que dieron en inventar lo que se llamó el "agropó", antecedente obvio del Opá del Koala. Agotada que fue aquella historia de la canción agraria en clave de humor, Álvaro Begines, que es el guitarrista en cuestión, estudió cine en la afamada escuela de San Antonio de los Baños, en Cuba (sí, sí, la misma en la que se graduó Benito Zambrano, curiosamente medio paisano suyo: entre Lebrija y Los Palacios habrá treinta kilómetros o así...), ha rodado algunos cortos y se ha lanzado a la dirección de su primer largo.
¿Por qué se frotan las patitas? es también una rareza como película: de corte musical, cuenta una historia con un hombre al que le abandonan en el mismo día sus tres mujeres: su madre, afamada cantaora flamenca, a la que tiene intención de ingresar en un asilo; su mujer, que está de los nervios por ser la fregona de la casa; su hija, embarazada del hombre al que cree querer, aunque se equivoca. Además habrá un romance entre los consuegros, un detective con peluquín y divertido ceceo, y la "salida" del pueblo, para la ocasión Ana Wagener.
Es evidente que la ópera prima de Begines tiene muchos defectos: acartonamiento en la dirección, pesadez narrativa, falta de ritmo, actores que campan a sus anchas... pero también que su empeño es decididamente simpático: arriesgado, al atreverse a hacer un musical aflamencado, con okupas, viejas cantaoras, mujeres al borde de un ataque de nervios y un detective sandunguero que es, seguramente, el mayor hallazgo (y a la vez el mayor disparate...) de la película. Busca presentar algunos de los problemas de la familia moderna (los mayores y su incardinación dentro del núcleo familiar; las labores caseras y su complicada resolución; los hijos, siempre los hijos), con aditamentos nuevos como el fenómeno okupa. Lo hace con desparpajo, con una falta de vergüenza realmente admirable en su inconsciencia.
Abre además una veta, la del musical flamenco, que debería ser hollada por otros cineastas: si se pueden hacer musicales tomando elementos del pop (Mamma mía) , de la ópera y la música clásica (El fantasma de la Ópera) y de la canción ligera (El otro lado de la cama y su secuela Los dos lados de la cama), ¿por qué no del flamenco? He ahí una temática plenamente andaluza (con permiso de extremeños, murcianos e incluso charnegos catalanes) en la que se pueden desarrollar innúmeros temas.
Admirable el esfuerzo de Lola Herrera para hablar con un acento andaluz al que no se le puede reprochar nada. Lástima que Begines tenga todavía mucho que aprender en cuanto a la dirección de actores, porque incluso la gran Lola está algo despistada en su personaje. También es una pena que los autores no se hayan atrevido a que los propios actores (como en la citada El otro lado...) interpreten los temas musicales, y hayan optado por unos "playbacks" más bien imposibles: véase, por ejemplo, a la estupenda Lola Herrera intentando encajar sin mucho éxito la voz poderosa y libre de Carmen Linares. Lo dicho: Begines promete, y en el musical flamenco hay un venero inagotable en el que beber: ojalá no se agoste antes de empezar...
100'