Shotgun Stories

Jeff Nichols es un director que se ha labrado una interesante carrera dentro del cine “indie” americano. Hasta el momento de escribir estas líneas, tiene ya tras de sí una apreciable carrera con films como Take Shelter (2011), Mud (2012), Midnight Special (2016) y Loving (2016), tocando temáticas muy diversas, aunque es evidente que la familia, todo tipo de familias, incluso las que no tienen consanguinidad, es el asunto que más le preocupa, o al menos el que más ha expuesto, hasta ahora, en su cine.

Debutó en la dirección de largometrajes con esta Shotgun Stories, que efectivamente, al igual que el resto de su filmografía, trata de la familia. Arkansas, en nuestro tiempo. Son es el mayor de los tres hermanos de su familia, cuya odiosa madre los crío sin su padre, que se divorció de ella, se casó con otra mujer y tuvo otros tantos hijos en su nuevo matrimonio. Son vive con su mujer, Alice, y su hijo, Carter, y ayuda como puede a sus hermanos Kid y Boy, el primero casi un “homeless” que malvive en una tienda de campaña en el jardín de Son, y el segundo que hace otro tanto en una achacosa autocaravana y sueña con dirigir un equipo de baloncesto... Cuando la odiosa madre de los tres los visita para decirles que su padre ha muerto, comenzará a desplegarse una espiral de violencia que amenazará con acabar con la vida de los dos grupos de hermanos...

Shotgun Stories es una película que cae irremediablemente bien. Y es que tiene una modestia (quizá inevitable si tenemos en cuenta que se hizo con un magro presupuesto de 250.000 dólares) no impostada que hace llegar más vivamente su mensaje, lanzado con firmeza pero sin maniqueísmos, haciéndolo a través de su historia de odio entre medio hermanos, dos grupos familiares enfrentados por rencillas antiguas, por agravios pasados, dispuestos quizá sin remedio a resolverlos mediante el peor de los sistemas, la violencia.

Y en efecto la espiral de tensión que irá creciendo poco a poco entre los dos núcleos familiares hará temer lo peor, personas que comparten la misma sangre pero a la vez también el mismo odio entre ellos. Nichols opta por una realización espartana, sin subrayados de ningún tipo, antes con silencios que con palabrería hueca, haciendo que la propia historia vaya tomando forma a través de los progresivos desencuentros entre los medio hermanos, mientras asistimos a la vida cotidiana de ambos grupos, especialmente el de Son, Boy y Kid, tres hombres con problemas que habrán de intentar resolver para llevar una vida más o menos normal: Son, ludópata que está en trance de perder a su esposa por ello; Boy, sesteando a la espera de ese gran día en el que, quizá, se convierta en un respetado entrenador de basket; Kid, sin un techo donde vivir pero con novia, con la que aspira a poder casarse, aunque no tiene claro dónde morarán cuando ello ocurra. Los acontecimientos luctuosos que se precipitarán romperán algunas vidas, algunos sueños, y paradójicamente, gracias a la firme voluntad del menos pensado por acabar con el odio y el rencor, también conseguirán que otros sueños se cumplan.

Es Shotgun Stories una película evidentemente menor, pero no por ello menos valiosa en su melancólico humanismo casi sin aliento. No hay un optimismo irredento en su resolución, no hay utopías alcanzadas, ni siquiera alcanzables; pero hay un atisbo de vida, una posibilidad para llegar a viejo sin que alguien por cuyas venas corre tu misma sangre te descerraje un tiro.

Michael Shannon encabeza el reparto, en el que él es la máxima figura, aunque en aquella época aún no era muy conocido. Shannon se ha convertido en el actor-fetiche de Nichols, apareciendo en todas y cada una de sus películas desde entonces hasta la fecha de redacción de estas líneas, en una feraz colaboración que ha permitido descubrir la gran versatilidad del actor de Kentucky. Como curiosidad, los nombres de los tres hermanos protagonistas, Son, Boy y Kid, son, literalmente, “hijo”, “muchacho” y “niño”, respectivamente... quizá una forma explícita de Nichols, guionista y director, de expresar la inmadurez de estos tres hermanos que estuvieron a punto de un repique por ese odio instilado desaforadamente en la más tierna infancia, cuando lo que hay que sembrar en ese tiempo es amor y afecto.

(27-09-2019)