Tras casi seis años desde su anterior filme, el laureado Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, y mientras sigue esperando que alguien le financie su costosísimo proyecto Madrid Sur, Agustín Díaz Yanes presenta su segunda obra, una especie de comedia entreverada de drama y thriller, que por momentos recuerda a ilustres precedentes como Dogma, de Kevin Smith, o no precisamente ilustres como Así en el Cielo como en la Tierra, de José Luis Cuerda.
Se trata, en efecto, de una historia protagonizada por dos seres sobrenaturales, uno celestial y otro diabólico, ambos colocados en el mundo para luchar por el alma de un boxeador semisonado. Ambos contendientes, Cielo e Infierno, están retratados por Díaz Yanes muy desprejuiciadamente; el primero parece una tranquila residencia para descanso de estresados, y el segundo es enteramente la inmensa cocina de un hotel chino (nada más que faltan los rollitos primavera...), y está visto con una perspectiva muy contemporánea: la competitividad de los dos poderes por conseguir clientes, los cargos que se gastan... (al que manda en el Infierno, en vez de Belcebú, lo llaman Consejero Delegado: corren malos tiempos para la lírica...). Los dos ángeles, uno de la luz y el otro de las tinieblas, se las verán con empresarios inescrupulosos, policías corruptos y sindicalistas esquiroles.
Pero todo eso, que contado así parece tener posibilidades, se queda en nada cuando Díaz Yanes lo desarrolla torpemente: los personajes carecen de entidad propia, está plagado de tics de supuesto progresismo rancio y, lo que es peor, una de las dos actrices sobre las que se cimenta el filme, Penélope Cruz, vuelve a demostrar que su fama actual poco tiene que ver con su talento interpretativo y mucho con su palmito (y un buen agente artístico, es cierto). Así las cosas, el filme se prolonga aburriendo al personal durante una hora y media, para, casi al final, mejorar algo cuando empiezan a, dentro de lo que cabe, encajar las piezas.
El resultado dista mucho de lo que esperábamos del autor de Nadie hablará... y de tantos guiones del cine español. Por cierto, Tano, el director, "solo" ganó 2 Goyas, no 8, como dice la publicidad; los 6 restantes fueron para otros intervinientes en su primer filme; a ver si somos rigurosos, incluso en publicidad...
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