El cine de Ingmar Bergman es capital en la Historia de este arte al que algunos han determinado, no sé si con razón, como el Séptimo. Pero no siempre Bergman estuvo a la altura de tÃtulos indiscutibles como Fresas salvajes, Gritos y susurros o Fanny y Alexander, por sólo citar tres pelÃculas de muy diversas etapas de su carrera.
Sonrisas de una noche de verano es una de sus pelÃculas menos conocidas, pero es cierto que depara una visión un tanto distinta de la filmografÃa bergmaniana. Estamos, en efecto, ante una comedia romántica, un género al que el Bergman más notorio no era muy aficionado, aunque en los primeros años de su carrera realizó algún que otro tÃtulo inscribible en el mismo. El meollo de la historia es, por supuesto, los oportunos enredos y amorÃos de todo argumento romántico que se precie: un fin de semana en una casa de campo será el paisaje bucólico de los simultáneos adulterios de un feliz matrimonio, lo que sirve a Bergman para satirizar costumbres y modos de la época.
Cabe recordar como evidente antecedente y desencadenante El sueño de una noche de verano, la comedia de Shakespeare, y como consecuente La comedia sexual de una noche de verano, la pelÃcula de Woody Allen, cuya vena shakespeariana y también bergmaniana es evidente.
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