Sin apretar el acelerador, limitándose a poner su experiencia y su profesionalidad sobre la mesa, Clint Eastwood vuelve a mostrar su capacidad y su buen hacer en esta Space Cowboys, en estos momentos de homenajes y reconocimientos a su carrera, que tanto contrastan con las críticas y desautorizaciones de otros tiempos.
Plegándose a la nueva racha de películas espaciales que invade Hollywood, Eastwood cambia el tono habitual en estas producciones, desdramatiza su argumento y lo convierte en una comedia de veteranos que tiene sus mejores bazas en la primera parte, cuando la condición de jubilados de estos cuatro astronautas sale más a flote. Aquí no hay peligro de destrucción mundial ni conspiraciones de mafias ni sabios locos, sino tan sólo un pulso entre rivales que dura cuarenta años y que ahora tiene la oportunidad de resolverse.
Avalando la importancia de la experiencia y la veteranía, el argumento nos hace imprescindible la intervención personal de estos cuatro pilotos, por encima de tecnologías y avances modernos. Y de igual modo, el cine de Clint Eastwood parece demostrar que también narrando a la antigua usanza, cuidando el perfil de los personajes y jugando con las situaciones se puede lograr una buena película. Un hermoso final, con Sinatra y su Fly me to the moon oportunamente sonando de fondo, cierra una cinta coherente y a su aire.
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