Parece que la buena época de Stephen Frears pasó: desde que hizo en 1993 Café irlandés (y ya ha llovido desde entonces), el único filme realmente potable ha sido The Queen (La Reina); queda entonces muy lejos la obra maestra frearsiana, sin duda la adaptación del clásico de Choderlos de Laclos Las amistades peligrosas, pero también buenos filmes como Mi hermosa lavandería o Los timadores.
Con esta Tamara Drewe parece que Frears buscara una especie de cruce de géneros, predominando el color de la comedia, pero también jugando con la historia de enredos adúlteros, el toque trágico final y hasta la aparición de dos adolescentes manifiestamente estrangulables, en la mejor (por decir algo) línea de Criaturas celestiales. La mezcla de géneros es algo perfectamente aceptable, siempre que se haga bien, pero parece que Frears no ha estado acertado en este caso.
Porque su nueva película adolece de falta de cohesión, de una unidad ni temática ni de estilo que nunca llega a dar coherencia al conjunto. Es verdad que se deja ver, sobre todo por la pintura del pueblecito inglés donde se ambienta, con la atmósfera viciada de puro aburrimiento, con un peculiar escenario como es el hotel para escritores, que facilita algunos gags afortunados. Sin embargo, toda la historia con el personaje central (la Tamara del título) es alocado, con poca credibilidad y en exceso caricaturesco. No es esta la gran comedia británica, muy BBC, a la que nos tiene acostumbrada la filmografía anglosajona.
Gemma Arterton, uno de los nuevos rostros del cine de Hollywood (recuérdense sus apariciones en Prince of Persia, la nueva versión de Furia de titanes y Quantum of Solace) confirma que tiene cierto tirón, cierta capacidad para hipnotizar a la cámara, aunque la verdad es que su cara del tamaño de un pan de kilo no ayuda mucho. Al margen de cuestiones estéticas, lo cierto es que la chica no es precisamente Anna Magnani, y perdón por la forma de señalar…
110'