Pelicula:

CINE EN PLATAFORMAS
[Esta película forma parte de la Sección Noirs & Fantastiques del ATLÀNTIDA MALLORCA FILM FEST’2025. Disponible en Filmin por tiempo limitado]

Ucrania, como es de común conocimiento, es una nación del Este de Europa invadida por Rusia (o por su sátrapa Putin, no le echemos la culpa a todo el país…) desde 2022, librando desde entonces una durísima guerra en la que el gran Oso Ruso pretende, cuando menos, robarle parte de sus territorios, cuando no anexionarse el país entero. Que en esas condiciones extremas se sigan produciendo films de nacionalidad ucraniana, es poco menos que un milagro (como el hecho de que a Zelenski no le hayan servido ya un té bien cargado de polonio…). Pues los milagros existen: según censa la IMDb, desde 2022, fecha de la invasión rusa, hasta este 2025 en el que se escriben estas líneas, el país ha producido nada menos que 162 largometrajes (no incluimos cortos ni series, que también ha producido). Lo dicho: ¡milagro, milagro!

Por eso el cine que se hace en Ucrania cae irremediablemente simpático, y más todavía si, como es el caso, se trata de hacer nada menos que una peli de ciencia ficción, futurista, en clave de comedia romántica, pero también muy claramente influida por algunos de los clásicos del género (el de ciencia ficción, no el romántico…), singularmente 2001, Una Odisea del Espacio (1968), de Kubrick, la obra maestra del género.

La historia se ambienta en un futuro indeterminado. Unos dibujos animados iniciales, muy naifs, nos informan, con el formato de un “spot”, de la existencia de una profesión que podría llamarse “camionero espacial”, consistente en transportar la basura nuclear que genera la Tierra hasta una de las lunas de Júpiter, Calisto, donde se arroja como si fuera un vertedero. Se informa en el “spot” que son cuatro años de viaje, dos de ida y dos de vuelta a la Tierra, pero el trabajador estará de lo más entretenido, además con un robot que hasta le va a contar chistes… Conocemos entonces a uno de esos camioneros, Andriy Melnik, ucraniano, de viaje hacia Calisto en una nave espacial cargada de depósitos radiactivos; desde la Tierra su superior le echa una bronca por haber tenido un error garrafal en su anterior viaje, así que le dicen que cuando vuelva está despedido. Tiempo después, mientras Andriy (al que el robot Maxim, el androide de a bordo, llama con su diminutivo, Andrukha), realiza una tarea rutinaria, el horizonte espacial se llena de una luminosidad intensísima; entonces Maxim le informa que la Tierra acaba de explotar (quizá por la detonación del armamento nuclear que atesoran varios países), así que ya no hay donde volver, y además los escombros terráqueos avanzan hacia la nave y en 24 horas la alcanzarán… Andriy concibe la idea de escapar hasta Calisto y protegerse detrás… Se ponen a ello, y aunque sufre algunas averías con choque de escombros terrestres, la nave sale relativamente airosa. En ese contexto, Andriy recibe un mensaje de Saturno, de una científica francesa, Catherine, que también se ha salvado del apocalipsis por estar en la órbita del planeta de los anillos…

Como decimos, esta U are the Universe (literalmente, “tú eres el universo”) bebe de, sobre todo, 2001, Una Odisea del Espacio, aunque son evidentes otras influencias, como Her o Gravity, ambas por cierto citadas expresamente por la gacetilla del film. Pero desde luego es 2001 la que se lleva la palma en los guiños cinéfilos, como el robot Maxim, que es como HAL 9000 pero en plan campechano (y con un pésimo sentido del humor…), aunque será igualmente traidor, aunque aquí por un asunto distinto, nada menos que la asunción a todo trance de la primera Ley de la Robótica que enuncio Asimov (“Un robot no hará daño a un ser humano ni, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño”), lo que, cuando te quedan horas de vida no tiene mucho sentido (pero explícaselo eso a un amasijo de chips y diodos…); también, por supuesto, en la propia concepción de la nave basurera, que recuerda poderosamente a la nave-rueda que orbita la Luna en el film kubrickiano, y no digamos en la utilización de temas musicales de la famosa peli de Stanley, como el mismísimo Así habló Zaratustra, de Richard Strauss, o la parte final, que busca una parecida abstracción a la de la película kubrickiana, incluso presentando a nuestro astronauta en un paisaje terrestre aunque sabemos que está en medio de la nada sideral. Eso sí, nos ahorran el monolito y los simios homínidos del prólogo de 2001

Pero la verdad es que, siendo evidentes estos guiños, o tributos, u homenajes, resultan aceptables, e incluso en algunos momentos hasta enternecedores; nos recuerdan hasta qué punto la influencia de aquel (ya) viejo film sigue intacta, hasta qué punto sigue influyendo y permeando nuevos títulos del género, en una historia que, es cierto, tiene por lo demás entidad propia: porque aquí hablamos, ¡ay!, de amor, de un amor absoluto, platónico, el amor que nace de conversaciones en las que, al principio, entre pregunta y respuesta, pasan 3 horas, un amor que nace también de la constatación de que ambos, Andriy y Catherine, son los dos últimos seres humanos en el universo, y que ambos están condenados a morir a corto plazo, cuando se terminen los alimentos, o las baterías de las naves que los mantienen con vida. Un amor distanciado por los 600 millones de kilómetros que hay entre Calisto y Saturno, sostenido en su imposibilidad por ideas un tanto alocadas de Andriy para poder acercarse a la que (ya lo sabe) es ahora su amada, una amada a la que seguramente no verá, no tocará, no besará nunca…

La película resulta, entonces, evidentemente simpática, a ratos incluso poderosamente emocional, aunque también resulte demasiado larga teniendo en cuenta lo evanescente de la historia y el poco tema que tiene, con un único personaje en pantalla, el astronauta ucraniano, más la voz de la francesa, y el robot Maxim contando chistes malos… 

Pavlo Ostrikov, el guionista y director, es insultantemente joven (35 años cuando se escriben estas líneas) y lleva haciendo cine desde que tenía solo 24 añitos, qué precocidad… Hasta ahora había realizado solo cortos y un par de series, siendo este su primer largo; en este sentido, es cierto que se nota esa bisoñez en el metraje, porque la película tiene baches narrativos, tiempos muertos y algunas soluciones de guion no demasiado afortunadas. 

La ambientación de la nave (prácticamente el único escenario existente, además de algunas escenas desarrolladas en su exterior) es un tanto cutre, pero da la impresión de que está buscado ese cutrerío, o al menos que se ha hecho de la necesidad virtud. Las maquetas espaciales no son como de una superproducción yanqui, pero tampoco se le pedía, y quedan resultonas. Eso sí, algunos de los escenarios galácticos tienen un aspecto como de pintura, más que de maqueta o truco de FX o VFX… 

Ostrikov, como director, no parece buscar el subrayado, aunque de vez en cuando se permite alguna interesante imagen que evidencia cierta personalidad creativa, como ese disco de vinilo cuyo giro precederá y se fundirá con la imagen de la Tierra a punto de estallar en el Apocalipsis. El robot, Maxim, también tiene un aspecto bastante rústico, recordando más al androide de aquella vieja peli, Cortocircuito, que al HAL de 2001.

Hay, por supuesto, todo un “tour de force”, hacer toda una película de largometraje dentro de los estrechos márgenes de una nave espacial, no precisamente grande. Para evitar la quizá inevitable claustrofobia del espectador, el director utiliza de vez en cuando elegantes movimientos circulares en torno al protagonista, para solventar la evidente estrechez del escenario y dar la sensación de que es mayor de lo que realmente es.

Con un relato bien construido, podemos decir sin embargo que, aunque sugestiva, la peli desaprovecha en cierta medida la historia y la alarga sin necesidad; se podría haber hecho con 20 minutos menos y sería más sintética, más redonda. Eso no quita para que el empeño caiga irremediablemente simpático, no solo por lo osado del tema (una 2001 de andar por casa, en clave romántica, en el fondo un peculiarísimo “chico-encuentra-chica”, etc.), sino también por las circunstancias en las que se ha hecho, en plena guerra contra el invasor ruso. Y es que aún queda humor en Ucrania para hacer esta comedia de Sci-Fi en el que una suave comicidad, casi irónica (con frecuencia dada por la relación Andriy-Maxim, el robot), aparece intermitentemente.  

En la relación amorosa a (tanta) distancia, gusta el progresivo vínculo de afecto que se va forjando entre seres ciertamente dispares, más cultivada ella, un tanto más simple el camionero espacial, ambos al final náufragos en un universo en el que son los dos únicos y últimos humanos aún supervivientes. 

Buen trabajo actoral del único protagonista, el actor Volodymyr Kravchuk, con una trayectoria no demasiado larga, pero que funciona bien como este Robinson Crusoe (el libro de regalo de su cumpleaños, un lince el que lo pensó…) espacial cuyo Viernes resultó ser una chica francesa ubicada al otro lado del Sistema Solar…

(15-08-2025)


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102'

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U are the Universe - by , Aug 16, 2025
2 / 5 stars
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