Un marido ideal

Parece que Oliver Parker se va a especializar en versionar a clásicos indiscutibles; tras su visitación del Othello shakespeariano, bien que muy influido por un omnipresente Kenneth Branagh, nos presenta ahora esta adaptación de un texto de Oscar Wilde, uno de esos juguetes divertidos y con mucha clase que el autor irlandés gustaba de desplegar en sus comedias, una herramienta eficaz para ofrecer su amplio muestrario de diálogos acerados, plenos de ironía discreta pero incisiva, escéptico y mundano, para mayor escándalo de las mentes biempensantes de antaño (que, pensándolo bien, siguen siendo las mismas hogaño).

Aquí el enredo discurre en las más altas magistraturas, con diputados de honra intachable (o no tanto) con un pie en el consejo de ministros, esposas honestas (o algo menos), lores indolentes y que les importa un bledo los demás (aunque resulta que sí les importan) y damas de alcurnia con algo más en la cabeza que un buen matojo de pelo donde colocar lindos sombreritos. La trama tarda algo en entrar en materia, mientras se nos presenta a los personajes y la situación que hay que enmadejar para luego poder desenredarla y que todo termine bien, como procede en estos casos; cuando se fijan las posiciones, el lío fluye ya con facilidad, complicando las cosas progresivamente hasta el final feliz.

En el entretanto habremos asistido a un placentero alarde de méritos interpretativos de algunos de los mejores actores (que no estrellas) del momento, desde un Rupert Everett que resulta ideal para representar a este lord cínico y un punto canalla, con réplicas deliciosas, hasta una Julianne Moore absolutamente malévola como arpía de hermosas formas dispuesta a llevar a la perdición a quien se interponga en su calculado camino hacia el éxito, pasando por un Jeremy Northam que compone con acierto el hombre de Estado desarbolado por el regreso de un pasado que creía enterrado, o una Cate Blanchett que se debate entre el amor al marido y la aversión por el pecado descubierto. Todos ellos componen una película entretenida, que no ofende la inteligencia del espectador, en la adaptación de una obra menor en la bibliografía wildeana, una radiografía en tonos risueños del discreto encanto de la aristocracia.

(19-08-2003)