David Cronenberg es un cineasta atípico, surgido del cine de terror y que ya hace un par de décadas que derivó, inteligentemente, hacia otros temas generalmente tan turbios como el género que le dio fama, pero con otros ingredientes. En su cine hay cimas (Inseparables, M. Butterfly, Una historia de violencia, Promesas del Este), pero también simas (la insportable Spider). Su cine, también, bascula entre la comercialidad del cine independiente y los experimentos más extraños (eXistenZ, El almuerzo desnudo). Con este Un método peligroso Cronenberg parece querer mezclar ambas facetas de su filmografía, no tanto porque el tema sea raro, sino por el argumento en sí mismo, tomado de la obra teatral de Christopher Hampton, nada menos que una ficción sobre la relación profesional y personal que mantuvieron los padres de la psicología moderna, Sigmund Freud y Carl Jung, con el vértice de la paciente del segundo de ellos, una mujer rusa, Sabina Spielrein, a la que Jung curó, convirtiéndose en una de las especialistas más reputadas de su país en el estudio de la mente humana.
Pero el tema no puede ser más árido: si no se está familiarizado con el psicoanálisis, la jerga tecnicista que usan Freud y Jung se hace a ratos ininteligible, y el espectador termina importándole una higa lo que le pase a la rusa, al psicólogo suizo, a su mujer, a su amante y al psicoanalista austríaco. Tampoco Cronenberg parece especialmente inspirado, si bien ofrece destellos de ese mundo oscuro y turbio que con tanta frecuencia abundan en su cine; en concreto, toda la relación sexual entre Jung y Sabina Spielrein, de corte sadomasoquista con ribetes de dependencia mutua.
Por supuesto, no estamos ante un filme deleznable; Cronenberg, salvo en el caso de Spider (donde se pasó de rosca con la experimentación), no ha hecho en su vida una mala película. Pero es evidente que no estamos ante una de sus mejores obras, ni mucho menos.
Interesante interpretación de Michael Fassbender, en un registro tan distinto del de Shame; pero la que se enfrenta a un papel complicado es Keira Knightley, especialmente en la primera parte del filme, cuando aún aparece afectada por la psicopatía de la que le curará Jung, un segmento del filme que requerirá de un notable esfuerzo de composición que la actriz inglesa resuelve con solvencia.
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