Pelicula:

ESTRENO EN FILMIN.


Disponible también en Movistar+, Apple TV y Prime Video.


Zhang Yimou, el cineasta chino por excelencia (hay otros muchos, claro, pero este es sin duda el más conocido en el resto del mundo), nos llega con su nueva película (perdón, su antepenúltima película: ya tiene otras dos para estrenar y una tercera cuyo rodaje ha completado recientemente...), esta Un segundo de enigmático título, cuyo significado solo se revelará cuando se vea la película.

La trama transcurre en China, durante la ominosa etapa de la Revolución Cultural, que tuvo lugar en el gran país asiático entre 1966 y 1976, aunque aquí no hay ninguna referencia que nos haga situar con exactitud el momento cronológico. La situación geográfica de la historia se ambienta en la provincia de Xinjiang, al noroeste del país, una zona extremadamente árida, con un desierto que recuerda poderosamente a sus homólogos de África, pura arena dorada, inmensas dunas que se extienden hasta el horizonte. En ese contexto conocemos a Zhang, un tipo como de 40 años, que se esconde de los demás. Por la noche, en un poblado, intenta hacerse con un rollo de la película que un motorista transporta por los pueblos para ser proyectada en ellos. Pero se le adelanta una adolescente, de nombre Liu, a la que Zhang perseguirá para recuperarla. A partir de ahí, ambos jugarán al ratón y al gato con el rollo de bobina...

Un segundo parece partir de tres ideas principales: una, la fascinación de Zhang Yimou por un paisaje tan extraordinario como el desierto de Xinjiang, enteramente un trozo de África injertado en el noroeste de China; dos, la intención de hacer un cálido homenaje al cine, que será el tema recurrente en el film, a través de la bobina en disputa, auténtico “leit motiv” de la narración, un noticiario de la época (como el NoDo pero con Mao en lugar de Franco), pero también en su amoroso limpiado en comandita cuando resulta gravemente estropeada por un trato negligente, y, por supuesto, por la proyección de la película, una de esas historias épicas, inflamadamente nacionalistas, que eran las únicas que el férreo gobierno comunista permitía rodar en los aciagos tiempos de la Revolución Cultural; y tres, quizá la más próxima a las inquietudes de Yimou, el amor paternal, el que profesa por su hija este pobre diablo que se ha escapado de un campo de trabajo, y que solo desea poder contemplar, aunque sea “un segundo”, la imagen de su descendiente, de la que lo separaron seis años atrás cuando fue apresado y condenado. Amor paternal que, fiel a las constantes de Yimou, aquí irá evolucionando, “mutatis mutandis”, hacia una relación cuasi similar, putativa, con la adolescente de edad pareja a la de su hija; una relación inicialmente conflictiva al máximo, cuando ambos, ciegos de egoísmo, solo miraban por sus intereses inmediatos: el hombre, por la posibilidad de contemplar de nuevo a su vástago, aunque fuera fugazmente en un rimbombante noticiario que ensalzaba sin tasa las bondades del Gran Timonel; la chica, por la necesidad de conseguir celuloide con el que hacer una lámpara para que su hermano pequeño, al que tiene a su cuidado, pueda seguir estudiando.

Pero, lamentablemente, nos parece que esta vez Yimou no ha estado demasiado acertado; dando por descontada, por supuesto, la calidad de su puesta en escena (Zhang es uno de los cineastas más estilosos no solo de China, sino del mundo entero), lo cierto es que Un segundo es una película que resulta demasiado alargada, redundante en sus temáticas: las riñas entre el preso fugado y la chica vagabunda terminan siendo repetitivas, sin que esa reiteración aporte nada a la progresión de la trama. También resulta serlo el por lo demás sentido tributo al cine, con una exhibición de la película de tanta prosopopeya que se dilata más allá de lo aconsejable, como si Yimou se refocilara vanamente en esas imágenes de hueca impostación heroica. Así las cosas, la cinta podría haber mejorado con diez o quince minutos menos, con un montaje más sintético; quizá así se hubiera dejado de lado la sensación de aburrimiento que, con frecuencia, asalta al espectador.

Lástima, porque Zhang, como queda dicho, es uno de los cineastas de más talento de nuestro tiempo. Pero nos parece que cuando las musas se inspiran en obsesiones (como aquí la fascinante imagen del desierto de Xinjiang, que abre y cierra la película) más que en historias con peso, poso y calado, nos tememos que el resultado puede no ser el ideal: es el caso. Sin ser una bosta de vaca (Zhang no haría un truño ni aún queriendo...), Un segundo queda por debajo de lo que cabría exigir al autor de Semilla de crisantemo, de La casa de las dagas voladoras, de Regreso a casa, por solo citar tres títulos fundamentales en otras tantas etapas de su obra cinematográfica.

Buen trabajo actoral de los dos protagonistas, Zhang Yi (el nuevo actor fetiche de Yimou: está en casi todas sus películas desde que rodó esta Un segundo) y Liu Haocun; también Fan Wei, que compone un personaje notable, llamado en la traducción “Don Películas”, el veterano proyeccionista que lo sabe todo de cine, un Alfredo (el inolvidable protagonista de Cinema Paradiso) de ojos rasgados.

Un segundo estaba previsto que se exhibiera en la Berlinale de 2019, pero solo unos días antes fue retirada del festival alegando “cuestiones de post-producción”. O sea, que aún hoy la censura en China no aguanta ni siquiera la muy velada crítica que hace la peli sobre aquel horror que fue la Revolución Cultural...

(20-10-2021)


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104'

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Un segundo - by , Mar 02, 2023
2 / 5 stars
La bobina del noticiario